Ya saben que hace poco escribimos otro blog titulado "Horizonte de Perros". Bueno, pues,a la vista de cómo vienen rodados los tiempos, aquel horizonte ya ha sido alcanzado. Es verdad, que tras un horizonte, aparece otro, y otro, y otro, porque siempre hay un horizonte más allá, pero aquellos
perros del horizonte que se vislumbraba,ya están rodeando el ambiente cotidiano de nuestras vidas, y ladran, cabalguemos o dejemos de cabalgar. Los perros de la vida ladran, y enseñan los dientes. Cuidémonos de sus colmillos y de sus mordeduras. Los perros, sean de la clase que sean, si te muerden, te fastidian.
Aquí,en Asturias, abundan los perros. Y abundan los ladridos. Son ladridos que más bien parecen aullidos, aullidos de lobos, que asustan y aterran. Sobrecogen. Sobre todo porque, de seguir así, no han de tardar mucho en despellejar a cierta parte de la población. Esa población que está más indefensa que otra ante las zarpas y los colmillos de la lobada que viene, y que,en algunas partes, parece que ya arañan a las puertas de las casas...
Y hay quien,ante lo que le circunda, buscará fugarse como sea,saltando por la ventana, y huyendo en busca de mejores aires, menos peligrosos, más apacibles. Lo malo es que, por lo que parece, en otras partes tampoco atan los gatos con longaniza, y quien tiene que librarse del agobio de los lobos del hambre, de los lobos que abundan por falta de trabajo y de los lobos que alimentan las falsas promesas de los políticos, no hay bicho viviente que se libre.
Rodeados,pues, estamos de esos lobos. Aúllan que meten miedo. De todos modos, esos lobos, a nosotros no nos cogen de sorpresa, pues ya los conocemos de aquel tiempo que llegó detrás de la puñetera Guerra Civil--y que duró muchos años--cuando no se hablaba, como ahora, de hipotecas ni de vacaciones, ni de plazos del coche ni de otras cosas parecidas. Entonces, con defenderse del lobo del hambre ya teníamos bastante. Y por aquellos años, la época otoñal, era nuestra salvación: se iba a la gueta. A los montes comunales, a donde fuera, en busca de castañas y castañas comíamos todo el año. Esas cosas que hoy no hace nadie. Se prefiere pedir por la calle, atravesados en las aceras, pero ir a la gueta, ya no va nadie.
Ya sé que esa no es la solución, pero por lo menos, si como dicen algunos miembros de sindicato o enegés, ya hay hambre y hay tantas y cuantas familias que viven baja el umbral de no sé qué pobreza, por lo menos, digo, ir a la gueta, ayudaría a mitigar el hambre algunos días...
Bueno, todo eso, en tanto en cuanto surja otro modo de reivindicar el derecho al trabajo. Y ese otro modo, no lo quiero pensar, pues,a veces, significa liarse la manta a la cabeza y tirarse al monte de la desesperación y de la redención de la clase trabajadora, inclusive enarbolando ese instrumento que llaman arma, que como la poesía, puede estar cargada de futuro y puede hacer ver a quienes,a través de los año, vinieron acaparando grandes riquezas, que tal acaparamiento tiene que tener fin. Ustedes, como yo, saben quienes acaparan en España el oro y el moro: quienes disfrutan de riquezas ilimitadas, quienes predican, pero no dan trigo; quienes son más ricos que el propio Estado; quienes viven rodeados de lujos y libres de problemas y quienes, por contra,quisieran tener un trabajo para poder tener pan qué comer en casa.
Suspendo el asunto, pues, de seguir adelante, tendría que referir quienes son en España los lobos que amenazan cotidianamente la vida de tantos y tantos españoles que se ven aterrados por la lobada del paro, de la falta de trabajo, del pan que no tienen y del futuro que, ya lo hemos dicho, tiene cara de perro.
Canes recogidos de Internet, que es donde están bien, pues para mi ninguna clase de perro es de mi devoción.
Canes recogidos en Internet, que es donde están bien, pues ninguna clase de perro es santo de mi devoción.
perros del horizonte que se vislumbraba,ya están rodeando el ambiente cotidiano de nuestras vidas, y ladran, cabalguemos o dejemos de cabalgar. Los perros de la vida ladran, y enseñan los dientes. Cuidémonos de sus colmillos y de sus mordeduras. Los perros, sean de la clase que sean, si te muerden, te fastidian.
Aquí,en Asturias, abundan los perros. Y abundan los ladridos. Son ladridos que más bien parecen aullidos, aullidos de lobos, que asustan y aterran. Sobrecogen. Sobre todo porque, de seguir así, no han de tardar mucho en despellejar a cierta parte de la población. Esa población que está más indefensa que otra ante las zarpas y los colmillos de la lobada que viene, y que,en algunas partes, parece que ya arañan a las puertas de las casas...
Y hay quien,ante lo que le circunda, buscará fugarse como sea,saltando por la ventana, y huyendo en busca de mejores aires, menos peligrosos, más apacibles. Lo malo es que, por lo que parece, en otras partes tampoco atan los gatos con longaniza, y quien tiene que librarse del agobio de los lobos del hambre, de los lobos que abundan por falta de trabajo y de los lobos que alimentan las falsas promesas de los políticos, no hay bicho viviente que se libre.
Rodeados,pues, estamos de esos lobos. Aúllan que meten miedo. De todos modos, esos lobos, a nosotros no nos cogen de sorpresa, pues ya los conocemos de aquel tiempo que llegó detrás de la puñetera Guerra Civil--y que duró muchos años--cuando no se hablaba, como ahora, de hipotecas ni de vacaciones, ni de plazos del coche ni de otras cosas parecidas. Entonces, con defenderse del lobo del hambre ya teníamos bastante. Y por aquellos años, la época otoñal, era nuestra salvación: se iba a la gueta. A los montes comunales, a donde fuera, en busca de castañas y castañas comíamos todo el año. Esas cosas que hoy no hace nadie. Se prefiere pedir por la calle, atravesados en las aceras, pero ir a la gueta, ya no va nadie.
Ya sé que esa no es la solución, pero por lo menos, si como dicen algunos miembros de sindicato o enegés, ya hay hambre y hay tantas y cuantas familias que viven baja el umbral de no sé qué pobreza, por lo menos, digo, ir a la gueta, ayudaría a mitigar el hambre algunos días...
Bueno, todo eso, en tanto en cuanto surja otro modo de reivindicar el derecho al trabajo. Y ese otro modo, no lo quiero pensar, pues,a veces, significa liarse la manta a la cabeza y tirarse al monte de la desesperación y de la redención de la clase trabajadora, inclusive enarbolando ese instrumento que llaman arma, que como la poesía, puede estar cargada de futuro y puede hacer ver a quienes,a través de los año, vinieron acaparando grandes riquezas, que tal acaparamiento tiene que tener fin. Ustedes, como yo, saben quienes acaparan en España el oro y el moro: quienes disfrutan de riquezas ilimitadas, quienes predican, pero no dan trigo; quienes son más ricos que el propio Estado; quienes viven rodeados de lujos y libres de problemas y quienes, por contra,quisieran tener un trabajo para poder tener pan qué comer en casa.
Suspendo el asunto, pues, de seguir adelante, tendría que referir quienes son en España los lobos que amenazan cotidianamente la vida de tantos y tantos españoles que se ven aterrados por la lobada del paro, de la falta de trabajo, del pan que no tienen y del futuro que, ya lo hemos dicho, tiene cara de perro.
Canes recogidos de Internet, que es donde están bien, pues para mi ninguna clase de perro es de mi devoción.
Canes recogidos en Internet, que es donde están bien, pues ninguna clase de perro es santo de mi devoción.