Marcos Ana, el célebre autor de "Decidme cómo es un árbol", actualmente,
Acabo de leer el libro de memorias de Marcos Ana, "Decidme cómo es un árbol",y me ha dejado alelado. Sorprendido. Con un regusto que, a la vez, casi cuesta aceptar. Marcos Ana, seudónimo por el que entrará en la historia --en la que ya está aposentado--se debe a los nombres de los propios padre del poeta, autor del libro, por el que discurre con respeto y mesura; usando un lenguaje que, para quien como él vivió cárcel y penas de muerte durante muchos años, tantos que su juventud la pasó entre rejas, nos resulta extraño. Cualquiera otro en su lugar, comunista o no, hubiera sido mucho más crudo desarrollando el tema que trata de su vida en las cárceles del franquismo.
Pero Marcos Ana no lo hace. Su libro es una historia vivida, pero que, habiendo sido maltratada por quienes se la zanjaron en plena juventud, no se muestra resentido, sino que narra lo acontecido sin más. Y hace lo mismo, a veces con piadoso respeto, sobre determinadas personas que, en la cárcel o en libertad, discurrieron a su lado o formaron parte, en episodios más o menos duraderos, de su vida. Leer este libro emotiva. Describe pasaje tras pasaje, pero sin acritud y sin visos de venganza ninguna. Por eso sorprende este libro, que instamos a leer a aquellas personas que no tengan prejuicios políticos ni tendencias revanchistas; ni vean únicamente a unos y se nieguen de ver a otros.
Su libro de memorias, se lee con deleite. Muestra pasajes que, más o menos conocidos, fueron innegables tanto para él como para muchos españoles. Por las páginas de "Decidme cómo es un árbol", se deslizan hechos en los que, tal vez el lector quisiera saber más: por ejemplo, sobre su propia vida, de la que refiere algo, pero cuando tiene que referir a otras personas, como alguna mujer con la que haya tenido que ver, de respetuoso que se muestra, queda el lector con un regusto o un deseo de querer saber más, aunque tal vez lo que hace el autor del libro es un don que le honra y dignifica. Y ello porque supo y sabe que el respeto debe ser inherente a toda persona. Y él deja patente ese respeto a todo.
De ahí que nos sorprenda este libro, que teniendo que chorrear llanto, duelo y luto, amén de desprecio por quienes le hicieron padecer una vida tan dura como ha tenido que soportar en las cárceles franquistas, trata sin embargo el tema con suma prudencia, usando un lenguaje que a vista de muchos lectores nos parece que no encaja plenamente en lo que trata. Pero sí. Por eso el libro sorprende y gusta.Y da ejemplo de respeto. Ese respeto que él y otros como él no tuvieron durante tantos años de cárcel.Ni la historia que escribieron y escriben todavía los Moa y Losantos y otros de sello demoníaco igual.
Marcos Ana, Fernando Macarro Castillo,
remedando su tiempo tras lasa rejas
de las prisiones franquistas.
Marcos Ana, que nace a la poesía entre las paredes que le condenaban a muerte, en su libro de memoria, "Decidme cómo es un árbol", va desarrollando diversas vivencias en los presidios de la España del yugo y las flechas, del falangismo eufórico y de la egolatría más bárbara que puede padecerse a manos de quienes, por la gracia de Dios, apiñaban a los presos republicanos, muchos de los cuales eran sacados por la noche para ser fusilados ... Y estos hechos, como otros de espantoso recuerdo, no inspiraron a Marcos Ana un modo de escribir ácido y amargo: todo lo contrario, refiere vivencias y experiencias con respetuosa prosa, sin ensañamiento ni crudeza, como seguramente no haría cualquiera que hubiera pasado las vicisitudes que él pasó desde 1939 hasta 1961. Y tendría razón para destapar del modo más duro posible el escarnio padecido.remedando su tiempo tras lasa rejas
de las prisiones franquistas.
Pero Marcos Ana no lo hace. Su libro es una historia vivida, pero que, habiendo sido maltratada por quienes se la zanjaron en plena juventud, no se muestra resentido, sino que narra lo acontecido sin más. Y hace lo mismo, a veces con piadoso respeto, sobre determinadas personas que, en la cárcel o en libertad, discurrieron a su lado o formaron parte, en episodios más o menos duraderos, de su vida. Leer este libro emotiva. Describe pasaje tras pasaje, pero sin acritud y sin visos de venganza ninguna. Por eso sorprende este libro, que instamos a leer a aquellas personas que no tengan prejuicios políticos ni tendencias revanchistas; ni vean únicamente a unos y se nieguen de ver a otros.
Portada del Libro
que instamos a leer, sin complejos.
Marcos Ana, que tras verse libre tuvo que buscar cobijo en Francia para eludir --todavía--la persecución de la policía del sistema franquista,vivió una actividad constante, tanto viajando como dando recitales, conferencias, charlas; entrevistándose con personalidades, asociaciones y representaciones en otros países, en los que existían entidades y asociaciones pro defensa de los presos españoles...de los que él, tras tantos años de prisión, fue portavoz en foros y asambleas de muchos países... en algunos de los cuales, las embajadas de España, hacían todo lo posible por cercenarle los actos en que fuera a intervenir. Lo que señala que una de las dos Españas ha de helarte el corazón, como dijo Machado. Ello no demostraba otra cosa sino la clase de Gobierno que había en España.que instamos a leer, sin complejos.
Su libro de memorias, se lee con deleite. Muestra pasajes que, más o menos conocidos, fueron innegables tanto para él como para muchos españoles. Por las páginas de "Decidme cómo es un árbol", se deslizan hechos en los que, tal vez el lector quisiera saber más: por ejemplo, sobre su propia vida, de la que refiere algo, pero cuando tiene que referir a otras personas, como alguna mujer con la que haya tenido que ver, de respetuoso que se muestra, queda el lector con un regusto o un deseo de querer saber más, aunque tal vez lo que hace el autor del libro es un don que le honra y dignifica. Y ello porque supo y sabe que el respeto debe ser inherente a toda persona. Y él deja patente ese respeto a todo.
Prisioneros republicanos,
el día de la Merced,que permitían la entrada
a los niños. La que aparece en la foto,
es Tita, sobre de Marcos Ana,detrás.
el día de la Merced,que permitían la entrada
a los niños. La que aparece en la foto,
es Tita, sobre de Marcos Ana,detrás.
De ahí que nos sorprenda este libro, que teniendo que chorrear llanto, duelo y luto, amén de desprecio por quienes le hicieron padecer una vida tan dura como ha tenido que soportar en las cárceles franquistas, trata sin embargo el tema con suma prudencia, usando un lenguaje que a vista de muchos lectores nos parece que no encaja plenamente en lo que trata. Pero sí. Por eso el libro sorprende y gusta.Y da ejemplo de respeto. Ese respeto que él y otros como él no tuvieron durante tantos años de cárcel.Ni la historia que escribieron y escriben todavía los Moa y Losantos y otros de sello demoníaco igual.
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