La polémica no es de pacotilla. Me refiero a lo que ha originado, para propio desdoro de sus autores, el Diccionario Biográfico Español, que pudiendo ser una obra imprescindible para todos los españoles, viene a resultar un bodrio imposible de tragar. Ellos , desde el director de la Real Academia de la Historia hasta los que, para vergüenza de Asturias, son asturianos, como el propio director, Gonzalo Anes, es previsible que esperasen lo que se les venía encima. De otro modo no hubieran salido con paridas como la de Luis Suárez, autor de la hagiografía de Franco, que dice que los historiadores no tienen que dar explicaciones de las interpretaciones que se les hace de lo que escriben. Cinismo elevado al máximo.
Tiempo atrás el periódico La Nueva España publicó una serie de relatos descritos por el propio Luis Suárez donde este señor, ufano de ser lo que es, además de historiador medievalista, director de la Fundación Francisco Franco, conservador a ultranza, esto es, franquista redomado, confesaba, como lo hizo Mayor Oreja, que con Franco no había habido dictadura y que todo había sido una balsa de aceite. Permítanme que no cuente lo que,a mi manera, viejo minero , pensé de semejante historiador.
Y ahora, dirigido por el director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes, asturiano como Luis Suárez, sale a luz la publicación del Diccionario Biográfico Español, donde alguien descubre,en los 25 primeros ejemplares, que la verdad,en manos de historiadores como los dos referidos y otro que refiero a continuación, asturiano también, Manuel Jesús González, no tiene buen destino. La verdad queda sojuzgada y supeditada a la mentira con que revisten los hechos ocurridos, pintando de blanco lo que ha sido negro; elevando a los cielos a quien, por sus hechos históricos, siempre ha estado,más que en la tierra, en el fango en el que se había metido seguramente creyéndose aquello de que había sido elegido por la gracia de Dios,
Las aseveraciones tanto de Luis Suárez, como de Gonzalo Anes, ambos nimbados de renombres académicos, y creo que hasta de títulos nobiliarios, fueron,además de lamentables, la evidencia de que se juzgan intocables. Dueños de hacer de la capa de la verdad histórica, un sayo deleznable para,encima eso, cambiar ,negándolo, el verdadero acontecer histórico de España, poniendo como dechado de virtudes a quien fue--los hechos todavía no se olvidaron--un frío personaje, dictador orgulloso de ser--"A los españoles no se les puede dejar de la mano"--lo que fue, por más que se empeñen en desfigurar su trayectoria, que fue la que fue y no la que diga Luis Suárez y ratifica Gonzalo Anes.
Fuese o no cosa de cada autor la responsabilidad de lo que escribiesen, el director de la publicación debiera hacer valer que el rigor y la verdad deben de primar por encima de preferencias políticas y sentimientos ideológicos. Y, a la vista de lo publicado, no lo hizo. Más bien justifica los no pocos deslices históricos o las veleidades políticas de personajes que son capaces de decir que Franco fue elegido por Dios para que, con suavidad de mano virginal, España fuese ejemplo mundial de paz, de hermandad y caridad cristiana. O sea, que en mis años de infancia sin comida y sin ropa, trabajando en canteras, y, a veces soportando malos tratos, no fue verdad. Eso no ocurrió. Eso y mucho peor, no pasaba con Franco. Pues, óiganlo: Pasaba. Eso y más. Y eso y más, estoy seguro, lo saben los historiadores que nos quieren pintar la Historria negra de España de color de rosa. Lo que faltaba.
Historiadores, archiveros, políticos, familiares de las víctimas del franquismo; periodistas, académicos y asociaciones están contra la parcial ---y escandalosa---forma de escribir la historia de quienes, bajo la Real Academia de la Historia dirigida por Gonzalo Anes, han cometido tamaño desafuero diciendo lo que dijeron. Y pidan que nos sea usado el Diccionario en cuestión . Otros piden que el Gobierno no subvencione esta obra. Y otros poden que sea retirada. A esta petición nos sumamos nosotros.
Debe ser retirada por completo habida cuenta que, como se conocen muchos casos de los más flagrantes de la historia de España, son escritos a propósito, haciendo escarnio de la verdad y burla de todos los españoles. Tergiversar tanto la verdad no puede tener cabida en la Historia.
Tiempo atrás el periódico La Nueva España publicó una serie de relatos descritos por el propio Luis Suárez donde este señor, ufano de ser lo que es, además de historiador medievalista, director de la Fundación Francisco Franco, conservador a ultranza, esto es, franquista redomado, confesaba, como lo hizo Mayor Oreja, que con Franco no había habido dictadura y que todo había sido una balsa de aceite. Permítanme que no cuente lo que,a mi manera, viejo minero , pensé de semejante historiador.
Y ahora, dirigido por el director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes, asturiano como Luis Suárez, sale a luz la publicación del Diccionario Biográfico Español, donde alguien descubre,en los 25 primeros ejemplares, que la verdad,en manos de historiadores como los dos referidos y otro que refiero a continuación, asturiano también, Manuel Jesús González, no tiene buen destino. La verdad queda sojuzgada y supeditada a la mentira con que revisten los hechos ocurridos, pintando de blanco lo que ha sido negro; elevando a los cielos a quien, por sus hechos históricos, siempre ha estado,más que en la tierra, en el fango en el que se había metido seguramente creyéndose aquello de que había sido elegido por la gracia de Dios,
Las aseveraciones tanto de Luis Suárez, como de Gonzalo Anes, ambos nimbados de renombres académicos, y creo que hasta de títulos nobiliarios, fueron,además de lamentables, la evidencia de que se juzgan intocables. Dueños de hacer de la capa de la verdad histórica, un sayo deleznable para,encima eso, cambiar ,negándolo, el verdadero acontecer histórico de España, poniendo como dechado de virtudes a quien fue--los hechos todavía no se olvidaron--un frío personaje, dictador orgulloso de ser--"A los españoles no se les puede dejar de la mano"--lo que fue, por más que se empeñen en desfigurar su trayectoria, que fue la que fue y no la que diga Luis Suárez y ratifica Gonzalo Anes.
Fuese o no cosa de cada autor la responsabilidad de lo que escribiesen, el director de la publicación debiera hacer valer que el rigor y la verdad deben de primar por encima de preferencias políticas y sentimientos ideológicos. Y, a la vista de lo publicado, no lo hizo. Más bien justifica los no pocos deslices históricos o las veleidades políticas de personajes que son capaces de decir que Franco fue elegido por Dios para que, con suavidad de mano virginal, España fuese ejemplo mundial de paz, de hermandad y caridad cristiana. O sea, que en mis años de infancia sin comida y sin ropa, trabajando en canteras, y, a veces soportando malos tratos, no fue verdad. Eso no ocurrió. Eso y mucho peor, no pasaba con Franco. Pues, óiganlo: Pasaba. Eso y más. Y eso y más, estoy seguro, lo saben los historiadores que nos quieren pintar la Historria negra de España de color de rosa. Lo que faltaba.
Historiadores, archiveros, políticos, familiares de las víctimas del franquismo; periodistas, académicos y asociaciones están contra la parcial ---y escandalosa---forma de escribir la historia de quienes, bajo la Real Academia de la Historia dirigida por Gonzalo Anes, han cometido tamaño desafuero diciendo lo que dijeron. Y pidan que nos sea usado el Diccionario en cuestión . Otros piden que el Gobierno no subvencione esta obra. Y otros poden que sea retirada. A esta petición nos sumamos nosotros.
Debe ser retirada por completo habida cuenta que, como se conocen muchos casos de los más flagrantes de la historia de España, son escritos a propósito, haciendo escarnio de la verdad y burla de todos los españoles. Tergiversar tanto la verdad no puede tener cabida en la Historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario