Porque es de rabiosa actualidad, uno no puede sustraerse ante la nueva letanía rajoyana. Si Aznar acuño aquel !"Váyase, señor González"! que tal parecía el eco repetitivo de un loro, viene ahora Rajoy, sucesor de Aznar al frente del PP y candidato a presidir el Gobierno de España, y siguiendo la línea de su amparador, se saca una nueva cantilena, que ya la conocen ustedes: " El problema no es la crisis; el problema es usted". ¿Habrá agregado, como corresponde a tan alta señoría ilustrísima, "señor Zapatero"?
Y cómo será este problema, que, según hemos sentido a no sé quién del PP, la crisis, no sólo de España, sino mundial es culpa de Zapatero. Y luego hay un periodista asturiano que dice que Zapatero ni fu ni fa, ni tuesta ni mueya... A ver si se pone de acuerdo.
Aparte este inciso primero, donde Rajoy, cuanto más yerra más derecho se pone, porque hay qué ver que ver que derecho va, de lo que íbamos aquí es del señor Aznar y de la acusación de paternidad que le confirió un periódico marroquí, "L´Observateur", a lo que se ha apresurado a desmentir el señor Aznar y sus departamentos correspondientes: "Se trata de una total y absoluta falsedad". Nadie dice lo contrario. No obstante, hay unas fotos que publica Interviú que, ciertamente, nada tienen que ver con la acusación del periódico marroquí. Porque haber cenado con una ministra francesa, que bien estaba o se ha quedado embarazada,vaya usted a saber cuándo, además, sin que ella diga de quién, no implica, naturalmente, ni al ex -presidente Aznar ni a otros en el caso, que al parecer ya hay quien piensa en otras personas como posibles responsables de la paternidad, cuando sea, de lo que alumbre la ministra francesa Rachida Dati
Así que cenar, acompañados de otras personas más, entre ellas nada menos que el presidente de la República francesa, Nicolas Sarkozy y su esposa Carla Bruni y el cantante romántico español Julio Iglesias, no quiere decir nada. O sí, que no todos quieren bien al señor Aznar.De ahí que se haya dicho lo que se ha venido diciendo, y él desmintiendo, como es justo.Aparte este inciso primero, donde Rajoy, cuanto más yerra más derecho se pone, porque hay qué ver que ver que derecho va, de lo que íbamos aquí es del señor Aznar y de la acusación de paternidad que le confirió un periódico marroquí, "L´Observateur", a lo que se ha apresurado a desmentir el señor Aznar y sus departamentos correspondientes: "Se trata de una total y absoluta falsedad". Nadie dice lo contrario. No obstante, hay unas fotos que publica Interviú que, ciertamente, nada tienen que ver con la acusación del periódico marroquí. Porque haber cenado con una ministra francesa, que bien estaba o se ha quedado embarazada,vaya usted a saber cuándo, además, sin que ella diga de quién, no implica, naturalmente, ni al ex -presidente Aznar ni a otros en el caso, que al parecer ya hay quien piensa en otras personas como posibles responsables de la paternidad, cuando sea, de lo que alumbre la ministra francesa Rachida Dati
Como Interviú logró un reportaje gráfico, captado precisamente a las puertas de un lujoso restaurante de París, insertamos aquí alguna, aprovechando unos versos escritos al caso.
"--Pase, pase, señor mío"...
--dice Rachida, cediendo
el acceso al que sonriendo,
si no se arropa de frío,
se arropa porque está ardiendo.
--"Bueno, adiós"!--dice Rachida
al señor de bien, sujetas
--dice Rachida, cediendo
el acceso al que sonriendo,
si no se arropa de frío,
se arropa porque está ardiendo.
--"Bueno, adiós"!--dice Rachida
al señor de bien, sujetas
las manos, que siguen quietas,
cuando la ministra, erguida,
da la espalda, convencida
del pudor de las chaquetas...
Así de adusto quedó
el buen señor, la mirada
ausente, ¿de qué? De nada.
Tal ver porque se alejó
Rachida, que allí cenó
cuando la ministra, erguida,
da la espalda, convencida
del pudor de las chaquetas...
Así de adusto quedó
el buen señor, la mirada
ausente, ¿de qué? De nada.
Tal ver porque se alejó
Rachida, que allí cenó
Lo demás, pues ya se ve.
Las manos entrelazadas,
cual un obispo, esposadas
por sí mismo, bien al pie
de la ministra o porque,
con las manos sujetadas
no hay quien se tome un café.
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