A poco que uno se pare a observar lo que ocurre en España, pondrá las manos en la cabeza. Y no es para menos. Los buenos, los de rezo diario -- y sabemos porqué lo decimos-- no perdonan, que si tal hicieran sería mucho; pero es que, viendo lo que se ve, ni siquiera reconocen que el levantamiento del 18 de julio, fue en sí un asalto contra la legalidad constituida y fue, tras la guerra, un exterminio de los vencedores, adoradores de Dios, sobre los vencidos. Y para más escarnio, quienes se habían rebelado contra el Gobierno legal, tras ganar la guerra, condenaron a miles de españoles acusándoles de rebelión...
Así, tergiversando la verdad de los hechos, quienes originaron aquella tragedia, se elevaron como santos y, en nombre de la libertad, encerraron y condenaron a quienes habían vencido. Usaron, con escarnio, la mentira como verdad. Y no perdonaron nada a nadie. Incluso, aunque haya quien lo niegue ahora, el crimen estuvo al orden del día.Como el luto y como el silencio impuesto a la fuerza. Pero estos hechos, ahora mismo, los niegan los recalcitrantes del rencor y la saña.Incluso periodistas asturianos, mienten a propósito. Sacan las cosas de quicio y, como los renegados Césares Vidales, Píos Moas y otros de tal calibre, intentan ocultar la verdad e invierten la realidad de lo acontecido. Sus artículos son calderas de vinagre hirviendo contra quienes intentan, tanto tiempo después, recuperar a aquellos que fueron, durante 40 años, silenciados en fosas comunes y fosas ignoradas.
Recordar --y menos mencionar-- las victimas era castigado. Y hasta los familiares de los muertos asesinados y tirados a fosas comunes, en cementerios conocidos, no les era permitido ni siquiera poner una rosa sobre la tierra que cubría a sus familiares. Limpiar aquellas fosas conllevaba consecuencias. Así estaban, pues, las cosas y así actuaban quienes, haciendo lo que hicieron, hoy todavía hay partidos políticos como el PP que no han condenado aquella barbarie.
Y que todo está que arde o que aterra, lo refiere el tremendo escándalo que se ha levantado por el propósito del juez Garzón de abrir procesos a los crímenes habidos en tiempos bélicos y en tiempos posteriores. Quien más y quien menos, levanta su voz en contra, argumentando pueriles y hueros razonamientos. Los más afines -- o los más furibundos defensores de la llamada derecha-- dicen que ya en 1977 , con la actual Constitución, se aceptó la total amnistía, la reconciliación y la paz, amén del olvido, entre todos los españoles. Ya se ve cómo aceptan los defensores de la dictadura o del dictador, la igualdad ante la historia de todos los españoles. La aceptan, desde luego, siempre que siguiera el silencio de los que, estando en la fosa asesinados, sus familiares no levantasen la voz ni pidieran más que callar la boca y dejar las cosas como estuvieron siempre...
Lo cierto es que ciertos jueces y fiscales, la COPE, la prensa harto conocida por su afecto a revolver insidias y a sembrar discordias, ciertos tertulianos, hermandades defensoras de la patria, resentidos periodistas, santurrones de misa diaria, fanáticos del arriba España y otros de las mismas filas, se han levantado contra la decisión del juez Garzón. Lo que al respecto se dice es bien sabido. ¿Y qué temen? ¿Por qué se niegan a que se sepa y se cuente la verdad ? ¿Es acaso porque, si se descubriesen tantas fosas silenciadas, el número les apabullaría?... ¿Por qué procuran que siga el silencio sobre tantas víctimas? ¿No fueron glorificados los del bando que defienden? ¿Por qué no quieren que los de credo distinto, aunque españoles como ellos, sean recordados y honrados como los demás? Ignoramos por qué, quienes tanto hablan de España, se oponen, asimismo tanto, a que otros españoles puedan ser honrados, extraídos de la ignominia y contados como víctimas de quienes, por la gracia de Dios, decidieron acabar con tantos españoles. Lo ignoramos, pero suponemos por qué.
Así, tergiversando la verdad de los hechos, quienes originaron aquella tragedia, se elevaron como santos y, en nombre de la libertad, encerraron y condenaron a quienes habían vencido. Usaron, con escarnio, la mentira como verdad. Y no perdonaron nada a nadie. Incluso, aunque haya quien lo niegue ahora, el crimen estuvo al orden del día.Como el luto y como el silencio impuesto a la fuerza. Pero estos hechos, ahora mismo, los niegan los recalcitrantes del rencor y la saña.Incluso periodistas asturianos, mienten a propósito. Sacan las cosas de quicio y, como los renegados Césares Vidales, Píos Moas y otros de tal calibre, intentan ocultar la verdad e invierten la realidad de lo acontecido. Sus artículos son calderas de vinagre hirviendo contra quienes intentan, tanto tiempo después, recuperar a aquellos que fueron, durante 40 años, silenciados en fosas comunes y fosas ignoradas.
Recordar --y menos mencionar-- las victimas era castigado. Y hasta los familiares de los muertos asesinados y tirados a fosas comunes, en cementerios conocidos, no les era permitido ni siquiera poner una rosa sobre la tierra que cubría a sus familiares. Limpiar aquellas fosas conllevaba consecuencias. Así estaban, pues, las cosas y así actuaban quienes, haciendo lo que hicieron, hoy todavía hay partidos políticos como el PP que no han condenado aquella barbarie.
Y que todo está que arde o que aterra, lo refiere el tremendo escándalo que se ha levantado por el propósito del juez Garzón de abrir procesos a los crímenes habidos en tiempos bélicos y en tiempos posteriores. Quien más y quien menos, levanta su voz en contra, argumentando pueriles y hueros razonamientos. Los más afines -- o los más furibundos defensores de la llamada derecha-- dicen que ya en 1977 , con la actual Constitución, se aceptó la total amnistía, la reconciliación y la paz, amén del olvido, entre todos los españoles. Ya se ve cómo aceptan los defensores de la dictadura o del dictador, la igualdad ante la historia de todos los españoles. La aceptan, desde luego, siempre que siguiera el silencio de los que, estando en la fosa asesinados, sus familiares no levantasen la voz ni pidieran más que callar la boca y dejar las cosas como estuvieron siempre...
Lo cierto es que ciertos jueces y fiscales, la COPE, la prensa harto conocida por su afecto a revolver insidias y a sembrar discordias, ciertos tertulianos, hermandades defensoras de la patria, resentidos periodistas, santurrones de misa diaria, fanáticos del arriba España y otros de las mismas filas, se han levantado contra la decisión del juez Garzón. Lo que al respecto se dice es bien sabido. ¿Y qué temen? ¿Por qué se niegan a que se sepa y se cuente la verdad ? ¿Es acaso porque, si se descubriesen tantas fosas silenciadas, el número les apabullaría?... ¿Por qué procuran que siga el silencio sobre tantas víctimas? ¿No fueron glorificados los del bando que defienden? ¿Por qué no quieren que los de credo distinto, aunque españoles como ellos, sean recordados y honrados como los demás? Ignoramos por qué, quienes tanto hablan de España, se oponen, asimismo tanto, a que otros españoles puedan ser honrados, extraídos de la ignominia y contados como víctimas de quienes, por la gracia de Dios, decidieron acabar con tantos españoles. Lo ignoramos, pero suponemos por qué.
No hay comentarios:
Publicar un comentario