En 1991 escribimos acerca de las hijas de José González, Maruja y Tori, que residían en Brasil desde 1950, forzadas a la emigración por la adversidades que cayeron sobre la familia.Leemos ahora aquel reportaje y nos emociona. Referir lo padecido en la cuenca minera tras la Guerra Civil, contado por quienes sufrieron toda clase de villanías, no es sino para espantarse. Ambas hermanas eran hijas del llamado comandante Dinamita o bien José Corredoria, un héroe republicano, cuyas gestas en diversas zonas de lucha, fueron notables.Pero, como pertenecía a la República,no le quedó más remedio, para salvar la vida, que buscar campo abierto, primero en Francia y, después en Rusia,ya que su confianza en el comunismo era grande. De España logró cruzar los Pirineos, con varias heridas de bala en el cuerpo, seis balas que, a las que no obstante, pudo sobrevivir. Sin embargo, su muerte acaeció en Stalingrado, en un bombardeo alemán.
Pero en Rusia su nombre fue admirado, fue un luchador bravo, que, ante la imposibilidad de regresar a España, se había nacionalizado ruso. Y en Rusia, que sepamos, tiene un monumento a su memoria en Stalingrado, que recuerda sus gestas.
Y mientras tanto la familia de Corredoria sufría en la cuenca minera las penitencias de Jesucristo. Incluso, las hijas, unas niñas entonces, fueron maltratadas y atadas con alambre de espinos, mientras un camisa vieja les vejaba preguntándoles por familiares fugados. Pero no les sacaron nada. Eso sí, los moros y los falangistas de la Bandera de Lugo, acompañados de vecinos del pueblo de Laviana, arrojaron ropas y muebles por la ventana de su casa. Y lo que pudieron llevar se lo llevaron, como aves de rapiña.
No tenían nada, pues, qué hacer en su pueblo. Se fueron a Gijón, donde trabajaban hasta que, en cuanto pudieron, unas primero y otras después, buscaron mitigar el hambre y eludir los malos tratos en tierras de Brasil. Y allí enraizaron constituyeron familias y allí murió la madre, Marina Díaz, esposa de José Corredoria y ahijada del escritor Armando Palacio Valdés. Aparte de Marina, viuda de José González, Corredoria, han muerto también otros hijos.Y los que quedan cuentan ya con avanzada edad.
Victorina González, a la que hemos conocido en 1991, nos ha escrito y nos ha enviado un poema que, como dice, sin ser poeta, ha escrito a la memoria de su madre. Queremos insertarlo aquí, pues las palabras sentidas deben ser siempre prodigadas. La transcribo tal y como su autora nos la ha remitido. Hela aquí:
El fim de uma vida
Día triste e nublado
este día 6 de maio,
cuando tuvo fin tua vida
que luchó tanto y tanto.
Trabajó en todo, en todo
desde lo más alto,
hasta lo más bajo.
Pasó mucha hambre
en sus muchos años...
Dona María Dolores Díaz,
¿ónde estás?
Nosotros, tus hijos,
queremos que estés
en un lugar donde deben
estar todas las madres
luchadoras como usted.
Española, mas com muchas maguas,
aquei,en Brasil
siempre se acordaba
de España.
Mas ella amaba el Brasil
que fue su segunda patria.
Nacida en Entralgo
pasaba el ponte da Chalana.
Sufrió para nacer,
para vivir
y para morir.
(Victorina González
14/7/2008)
Pero en Rusia su nombre fue admirado, fue un luchador bravo, que, ante la imposibilidad de regresar a España, se había nacionalizado ruso. Y en Rusia, que sepamos, tiene un monumento a su memoria en Stalingrado, que recuerda sus gestas.
Y mientras tanto la familia de Corredoria sufría en la cuenca minera las penitencias de Jesucristo. Incluso, las hijas, unas niñas entonces, fueron maltratadas y atadas con alambre de espinos, mientras un camisa vieja les vejaba preguntándoles por familiares fugados. Pero no les sacaron nada. Eso sí, los moros y los falangistas de la Bandera de Lugo, acompañados de vecinos del pueblo de Laviana, arrojaron ropas y muebles por la ventana de su casa. Y lo que pudieron llevar se lo llevaron, como aves de rapiña.
No tenían nada, pues, qué hacer en su pueblo. Se fueron a Gijón, donde trabajaban hasta que, en cuanto pudieron, unas primero y otras después, buscaron mitigar el hambre y eludir los malos tratos en tierras de Brasil. Y allí enraizaron constituyeron familias y allí murió la madre, Marina Díaz, esposa de José Corredoria y ahijada del escritor Armando Palacio Valdés. Aparte de Marina, viuda de José González, Corredoria, han muerto también otros hijos.Y los que quedan cuentan ya con avanzada edad.
Victorina González, a la que hemos conocido en 1991, nos ha escrito y nos ha enviado un poema que, como dice, sin ser poeta, ha escrito a la memoria de su madre. Queremos insertarlo aquí, pues las palabras sentidas deben ser siempre prodigadas. La transcribo tal y como su autora nos la ha remitido. Hela aquí:
El fim de uma vida
Día triste e nublado
este día 6 de maio,
cuando tuvo fin tua vida
que luchó tanto y tanto.
Trabajó en todo, en todo
desde lo más alto,
hasta lo más bajo.
Pasó mucha hambre
en sus muchos años...
Dona María Dolores Díaz,
¿ónde estás?
Nosotros, tus hijos,
queremos que estés
en un lugar donde deben
estar todas las madres
luchadoras como usted.
Española, mas com muchas maguas,
aquei,en Brasil
siempre se acordaba
de España.
Mas ella amaba el Brasil
que fue su segunda patria.
Nacida en Entralgo
pasaba el ponte da Chalana.
Sufrió para nacer,
para vivir
y para morir.
(Victorina González
14/7/2008)
3 comentarios:
He leído el artículo a mi madre por teléfono, es muy emocional y lloré mucho. Agradecidos.
He leído y estoy seguro de su veracidad, soy nieto de Doña María dolores Rodríguez, sufrió mucho y quiero aquí decir que hay otro hijo que mucho hiso incluso mantener las hermanas y madre vivas, es Héctor González Díaz el más valiente de los hombres que conocí y además mi padre... Le informo que el nombre de mi abuelo es José benjamin González Fernández, conocido como comandante dinamita, a su disposición
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