Mientras Rajoy, don Mariano, o rei da mentira, presidente del Gobierno de España, disfruta como un enano las victorias del equipo español de fútbol, por diversos caminos y carreteras de España, los mineros van a pie, en fila, por las orillas españolas de sus rutas, rumbo a Madrid, donde, como mejor recibimiento les aguardan los antidisturbios, porra en mano, trabajadores en activo, que desplegarán su fuerza y sus adiestramientos contra los mineros, trabajadores sin trabajo, mientras el ministro de Industria, José Manuel Soria, doble caracterizado con el Aznar más engrifado de la historia, no sabe más que decir , que está dispuesto a tratar, pero no trata, que más bien escurre el bulto, mientras Rajoy corre a Polonia a ver el equipo Español, como si no tuviera sobrado espectáculo en el país "con la que esta cayendo", como él mismo dijo, con el asunto del rescate de España, de Bankia, y de los demás...

Y mientras tanto, mientras esas y muchas otras cosas más se vienen dando en España, que está para ser rescatada de su deplorable administración político=bancaria; nuestros gobernantes, tipo Rajoy huyen de la quema, y se van a presenciar el partido de España= Irlanda. Que menos, oiga, qué menos. Y es que ya lo dijo el propio Rajoy, "con la que está cayendo, es menester que "la roja" gane al fútbol para que los españoles se olviden de la grave situación en que viven."
Sin embargo, los mineros, hombres enteros y verdaderos, han preferido ponerse en marcha, camino de Madrid, a pie firme, rumbo al Ministerio que preside Soria, hombre de escoria para la historia de la minería, y hombre de parcas palabras y, por cierto, nada atinadas a verdad,el cual ministro procurará una vez más dar esquinazo a los mineros que por distintas rutas van camino de Madrid.
Para ellos nuestra admiración, para esos mineros de hoy, nuestros herederos como trabajadores del carbón en los años del 40 y 50 del pasado siglo. Por lo menos, nuestra admiración por ellos, por los mineros de Asturias, de León, de Teruel, de Cataluña, o de donde sea, a los cuales aplaudo cuando pasan por delante de los pueblos por los que cruzan. Que sepan que, con quien les aplauda, les aplaudimos.