Ya sé que la Iglesia, si resiste al cabo de 2000 años, es por su carácter divino. O eso dicen sus prohombres, que son tantos y tan intocables. Pero, a pesar de su carácter divino, está llena de delitos, de corrupciones y descrédito, como si fuera la Cueva de Alí Babá. Y es aquí donde sus prohombres, sabios en teología y en palabraría de liada madeja, cuando,ante los casos como los que están saliendo a la luz pública, argumentan que la Iglesia la componen hombres y los hombres tienen sus debilidades --o son propensos al pecado.
Por eso acaso el actual papa, Beneditus XVI, ante el escándalo que se está descubriendo por los muchos clérigos pederastas, dice que está consternado, y que "hay que condenar el pecado y ser misericordioso con el pecador". O sea, que los pecadores, como tan a menudo hace la Iglesia, se les cambia de parroquia y asunto resuelto. Asi con el pecador la misericordia funciona y el pecado queda sin castigo. Porque tales pecados son actos de flagrante delito: el abuso de niños, incluso deficientes, no deja de ser causa de castigo y no de pamplinas.
Personalmente me aterra leer y oír lo que está saliendo a luz cada día.Y diré que si España no fuera tan mogigata, actuaría de otro modo ante sus llamados líderes religiosos. Y acaso en España comenzase una apostasía masiva, a la vez que una repulsa por las muchas y negras actuaciones de sacerdotes que dicen rezar a Dios, mientras violan niños, y el Vaticano se hace oídos sordos o deja pasar el tiempo, guardando silencio.Que el tiempo lo cura todo.
Y, si habla, ante estos deleznables casos que se vienen descubriendo, es para decir que hay una campaña mediática y despiadada contra el Pontífice; mientras hay algún que otro obispo que dice que, si bien es grave lo que sucede en el seno de la Iglesia por motivo de la pederastia, es mayor la desmesura al contarlo. O sea, que, como siempre, lo mejor es guardar silencio. Y aquí no pasa nada. O si pasa, ya será Dios quien, con su sabiduría infinita, castigue a los pecadores... Seguramente sentándolos no a su diestra, sino a la siniestra...
Lo cierto es que ¡munudo año ha comenzado para la Iglesia católica! La consternación debe de haber anonadado a sus jefes en España, pues ni Rouco Varela, ni Martínez Camino, ni otros de más o menos voz, se dejan oir ante la avalancha de denuncias que salen a luz por todas partes. Ya pasará el temporal- seguramente dirán-, que ya llegará la nuestra. Pero llegue o no, lo que está sucediendo no es porque se quiera desacreditar al actual papa, ni porque se hayan inventado dolosas injurias contra sacerdotes, sino porque son hechos silenciados por la Iglesia, por muchos obispos, por muchos cardenales; hechos consumados, que la Iglesia, para acallarlos, ha pagado millones de dólares, como sucede en Estados Unidos, en otras diócesis europeas. Hechos que están ahí y que se dan en el seno de la Iglesia.
Sé que habrá quien diga que ya la Iglesia ha pedido perdón,pero perdonar no es hacer justicia. Y los hechos de pederastia, sodomización y abusos sostenidos por sacerdotes contra niños no puede ser un simple pecado; es, ante las leyes y los hombres, un delito que no puede amparar ni la Iglesia ni los concordatos, ni los silencios ni los cambios de parroquia. El delito,tantas veces cometido, no puede quedar impune ni protegido detrás de las sotanas. Y es por ello que, antes que andar con la cabeza alta, debieran llevarla gacha, o vestir con los sambenitos que otrora la Iglesia condenó a llevar a los que consideraba pecadores, que seguramente lo eran mucho menos que ahora sí son muchos religiosos. Y además con el abominable delito de ser violadores de menores.
Por eso acaso el actual papa, Beneditus XVI, ante el escándalo que se está descubriendo por los muchos clérigos pederastas, dice que está consternado, y que "hay que condenar el pecado y ser misericordioso con el pecador". O sea, que los pecadores, como tan a menudo hace la Iglesia, se les cambia de parroquia y asunto resuelto. Asi con el pecador la misericordia funciona y el pecado queda sin castigo. Porque tales pecados son actos de flagrante delito: el abuso de niños, incluso deficientes, no deja de ser causa de castigo y no de pamplinas.
Personalmente me aterra leer y oír lo que está saliendo a luz cada día.Y diré que si España no fuera tan mogigata, actuaría de otro modo ante sus llamados líderes religiosos. Y acaso en España comenzase una apostasía masiva, a la vez que una repulsa por las muchas y negras actuaciones de sacerdotes que dicen rezar a Dios, mientras violan niños, y el Vaticano se hace oídos sordos o deja pasar el tiempo, guardando silencio.Que el tiempo lo cura todo.
Y, si habla, ante estos deleznables casos que se vienen descubriendo, es para decir que hay una campaña mediática y despiadada contra el Pontífice; mientras hay algún que otro obispo que dice que, si bien es grave lo que sucede en el seno de la Iglesia por motivo de la pederastia, es mayor la desmesura al contarlo. O sea, que, como siempre, lo mejor es guardar silencio. Y aquí no pasa nada. O si pasa, ya será Dios quien, con su sabiduría infinita, castigue a los pecadores... Seguramente sentándolos no a su diestra, sino a la siniestra...
Lo cierto es que ¡munudo año ha comenzado para la Iglesia católica! La consternación debe de haber anonadado a sus jefes en España, pues ni Rouco Varela, ni Martínez Camino, ni otros de más o menos voz, se dejan oir ante la avalancha de denuncias que salen a luz por todas partes. Ya pasará el temporal- seguramente dirán-, que ya llegará la nuestra. Pero llegue o no, lo que está sucediendo no es porque se quiera desacreditar al actual papa, ni porque se hayan inventado dolosas injurias contra sacerdotes, sino porque son hechos silenciados por la Iglesia, por muchos obispos, por muchos cardenales; hechos consumados, que la Iglesia, para acallarlos, ha pagado millones de dólares, como sucede en Estados Unidos, en otras diócesis europeas. Hechos que están ahí y que se dan en el seno de la Iglesia.
Sé que habrá quien diga que ya la Iglesia ha pedido perdón,pero perdonar no es hacer justicia. Y los hechos de pederastia, sodomización y abusos sostenidos por sacerdotes contra niños no puede ser un simple pecado; es, ante las leyes y los hombres, un delito que no puede amparar ni la Iglesia ni los concordatos, ni los silencios ni los cambios de parroquia. El delito,tantas veces cometido, no puede quedar impune ni protegido detrás de las sotanas. Y es por ello que, antes que andar con la cabeza alta, debieran llevarla gacha, o vestir con los sambenitos que otrora la Iglesia condenó a llevar a los que consideraba pecadores, que seguramente lo eran mucho menos que ahora sí son muchos religiosos. Y además con el abominable delito de ser violadores de menores.