¡Ah, señores de la Justicia, no se sulfuren todavía! El titular de este blog no ha dicho aún lo que el alcalde aquél manifestó hace algunos años: que "la Justicia era un cachondeo". Oh, no. Ustedes son demasiado intocables para que un pobre diablo se atreva a tanto. Las tiaras y los togas me aterran, y los uniformes me espantan. Y todo ¿por qué? ¿No son ustedes le Ley y el Orden? Y, permítanme la duda: ¿son siempre la verdad y la razón? ¿No prevarican, no mienten, no cometen perjurio, no abusan del poder, no encanallan los rangos más de cuatro veces ? ¿Que no? Pues benditos de Dios y que cunda el ejemplo, que no seré yo --¡"ay mísero de mí"!-- quien diga lo contrario o les contradiga, pues tengo como experiencia, como les contaré, una persecución de algún policía local, quien por ser lo que es, que ya ven que no les llega a ustedes en rango y significación a la suela de los zapatos, se permite denunciarme e imponerme no pequeña sanción por puro capricho y porque, por lo que veo, goza de la presunción de veracidad y he de ser yo quien ahora tenga que demostrar que soy inocente.
Pero, señores míos ¿quién lucha contra los elementos, con qué fuerzas? Si imponen una multa de 25.000 pesetas, ¿demostrar que tal denuncia ha sido injusta, cuánto me ha de costar ? Evidentemente mucho más, porque la justicia no es gratis y ello, entonces, supone poco menos que asentir y aceptar el abuso de poder que ejerce, en este caso, algún policía local, no como arbitraria aptitud de prepotencia, si no como fiel cumplidor de la ley y el orden, mientra el que subscribe, so pena de mayores gastos y peores consecuencias, ha de achantar la cabeza, callar la boca y decir amén...¿Les extraña, pues, señores del poder, que me pregunte si la Justicia ¿es la del embudo?
Porque los digo que el agente del Código 14 (aunque hubo otros casos) denuncia unos hechos que no existieron ni fueron verdad : parar el vehículo y ausentarse el conductor. Mentira todo, menos la multa, que es la evidencia del abuso de autoridad y la prueba de que la ley no parece estar siempre en manos de la verdad, de la razón y de la honradez.
Supongo que, por ser ustedes quienes son, hayan de ser ahora los que demuestren que de embudo nada, que la Ley que ustedes representan es justa, es verdad y es honesta. Naturalmente, y lo mismo sus representantes, incluidos algún policía local de mi lugar de residencia, que me inventan delitos para imponerme multas a través de sus denuncias formuladas por el rango de presunción de veracidad, mientras, como he expuesto, he de ser yo quien demuestre mi inocencia -o no culpabilidad. Lo cual, saben ustedes, señores de todos los poderes de España, que en cualquier caso, quien lleva las de perder es la víctima que se haya elegido para cargarle el sambenito de la sanción y la cruz de la injusticia.
Señores míos, ustedes son la Ley y el Orden. Nosotros--los que padecemos hechos como el que aquí manifiesto-- las víctimas.Quien impone sanción goza de presunción de veracidad.El sancionado ha de demostrar que es inocente...Menudo lío que han armado. No hay más cantar que valga. El peso de la Ley, no siempre cae sobre quien la incumple y, como aquí sucede, quien la viola o trasgrede, sino que cae sobre el elegido y perseguido, en este caso, por el que la representa, aunque sea a tan escasa escala como un pequeño pueblo de 8000 habitantes.
En otras partes he dejado testimonio de lo ocurrido, manifestando que el agente del Código 14 mentía. Lo ratifico aquí, aunque el individuo goce de presunción de veracidad y quien subscribe tanga que salir, como el Cid desterrado, en busca de mejores aires.
El poder, de todos modos, no siempre hace uso de razón ni de justicia. Y el abuso de autoridad no fue solo cosa del franquismo. Y la amenaza de atropello, tampoco.
Pero, señores míos ¿quién lucha contra los elementos, con qué fuerzas? Si imponen una multa de 25.000 pesetas, ¿demostrar que tal denuncia ha sido injusta, cuánto me ha de costar ? Evidentemente mucho más, porque la justicia no es gratis y ello, entonces, supone poco menos que asentir y aceptar el abuso de poder que ejerce, en este caso, algún policía local, no como arbitraria aptitud de prepotencia, si no como fiel cumplidor de la ley y el orden, mientra el que subscribe, so pena de mayores gastos y peores consecuencias, ha de achantar la cabeza, callar la boca y decir amén...¿Les extraña, pues, señores del poder, que me pregunte si la Justicia ¿es la del embudo?
Porque los digo que el agente del Código 14 (aunque hubo otros casos) denuncia unos hechos que no existieron ni fueron verdad : parar el vehículo y ausentarse el conductor. Mentira todo, menos la multa, que es la evidencia del abuso de autoridad y la prueba de que la ley no parece estar siempre en manos de la verdad, de la razón y de la honradez.
Supongo que, por ser ustedes quienes son, hayan de ser ahora los que demuestren que de embudo nada, que la Ley que ustedes representan es justa, es verdad y es honesta. Naturalmente, y lo mismo sus representantes, incluidos algún policía local de mi lugar de residencia, que me inventan delitos para imponerme multas a través de sus denuncias formuladas por el rango de presunción de veracidad, mientras, como he expuesto, he de ser yo quien demuestre mi inocencia -o no culpabilidad. Lo cual, saben ustedes, señores de todos los poderes de España, que en cualquier caso, quien lleva las de perder es la víctima que se haya elegido para cargarle el sambenito de la sanción y la cruz de la injusticia.
Señores míos, ustedes son la Ley y el Orden. Nosotros--los que padecemos hechos como el que aquí manifiesto-- las víctimas.Quien impone sanción goza de presunción de veracidad.El sancionado ha de demostrar que es inocente...Menudo lío que han armado. No hay más cantar que valga. El peso de la Ley, no siempre cae sobre quien la incumple y, como aquí sucede, quien la viola o trasgrede, sino que cae sobre el elegido y perseguido, en este caso, por el que la representa, aunque sea a tan escasa escala como un pequeño pueblo de 8000 habitantes.
En otras partes he dejado testimonio de lo ocurrido, manifestando que el agente del Código 14 mentía. Lo ratifico aquí, aunque el individuo goce de presunción de veracidad y quien subscribe tanga que salir, como el Cid desterrado, en busca de mejores aires.
El poder, de todos modos, no siempre hace uso de razón ni de justicia. Y el abuso de autoridad no fue solo cosa del franquismo. Y la amenaza de atropello, tampoco.