COSAS DE BANCOS Y CAJAS DE AHORRO


Cinco pesetas, un duro del año 1951,
cuando ni pan ni el dinero había

Bueno, para tratar temas bursátiles, hay saber de economía, tanto como saben de climatología los que nos dan informes del tiempo que va a hacer, que nunca aciertan--o lo que dicen por la tarde, ya no tiene nada que ver con lo de por la mañana. Pues en el mundo de la banca, igual. Lo que te prometen por la mañana no sirve para la tarde.Y el ingenuo que se fía de la mano tendida de la mayoría de los funcionarios de banco, al final,si no se desengaña antes, sale que lo lleva Dios...
Una Peseta, cuatro reales
de 1953, cuando el ahorro
todavía no permitía muchas alegrías.

El caso es que hace más de 60 años leímos
en la revista Selecciones del Reader´s Digest un artículo del que no recordamos al autor, pero que hablaba bien de los bancos de España. Decía que tenían el mejor sistema de ahorro que conocía. Y hacía referencia a que si un cliente tenía en su libreta de ahorro 1000 pesetas y durante el año no había tenido movimiento alguno,al final del ejercicio anual, no solo tenía las mil pesetas, sino el tanto por ciento del interés acumulado que la cantidad ahorrada le hubiera producido...

Por aquellos años, que andábamos a la cuarta pregunta, y que, incluso siendo mineros, no teníamos de calzado más que alpargatas rotas, el estómago vacío, igual que la alacena de casa, mal se podían tener 1000 pesetas de ahorro... Pero el artículo al que hacemos referencia cumplía con el propósito de diferenciar la banca --o como se diga-- de España con la de otras partes, donde al parecer las cosas eran más fieras.

Recordamos asimismo que por aquellos tiempos alguna entidad de ahorro, que solían ser llamadas Cajas, ya sabe, de ahorros, de beneficencia, caución, del mar, del comercio, del minero, del campo y del espíritu santo, que también se decía que había entidades así,solían ingresar una cantidad de 25 pesetas en aquella libreta que fuese abierta a nombre de algún recién nacido. Y aquello enraizó y no sé si dio su fruto a la entidad o al recién nacido...

Lo cierto es que, al pasar el tiempo, las cosas fueron cambiando. Los bancos que tenían cobradores a domicilio, los fueron retirando; la clase trabajadora, que entonces percibía su jornal del mes directamente de las empresas, fue instada --o forzada-- a que solicitase por medio del banco equis tales ingresos, que ello sería mucho más cómodo pues siempre tendría el dinero a su disposición y siempre le reportaría un beneficio adicional por vía de intereses. Y así, poco a poco, trabajadores en activo y en pasivo, fueron --fuimos-- cayendo en las redes tendidas de la especulación de la banca.

"Haga sus pagos por nuestra entidad sin costarle nada y benefíciese de nuestros sistema de ahorro". O sea, que se ahorra tiempo, se ahorra dinero, se ahorra todo, Y todo por atención a los clientes.Además el dinero que se tenía en la entidad, producía intereses... O sea, que todo era una Jauja. Hasta que dejó de serlo, claro.
Mil Pesetas...Pero ¿usted sabe
lo que eran mil pesetas entonces?

Ahora, el haber domiciliado los pagos de
comunidades, de empresas eléctricas, de gas, de economatos, de compra y venta, de vacaciones, de adquisición de pisos ( huyyyy...),de impuesto municipales y los no municipales, ya no es lo mismo:ya no es gratis. Ahora te cuesta un dinero, que, cogidos como estamos todos en las redes de la banca, ya no hay quien se libre de lo que ese imperio impone: pagar por sus servicios, de las que ya no puedes salir ni librarte.¡Hombre, otra cosa sería que uno contase con decenas de millones, entonces cambiaría todo...!


Ahora, si uno tiene 1000 pesetas --es un
ejemplo-- al final del año no son mil las que tiene, son 900--es otro ejemplo --y al otro año, si se descuida, no tiene ni 500. O sea, que si se duerme, igual le cobran por no tener dinero en la cuenta. Eso así, porque, si se da el caso que como jubilado tiene cuatro duros ahorrados, a base de privarse de viajar, de comilonas o de otros placeres, está jodido, pues no le producen ningún beneficio por vía de intereses, ninguno.Y por contra, sí se reducen tales ahorros, que tenerlos en tal o cual entidad, que los custodia y los negocia, llevándose los beneficios para ellos, les supone trabajo, riesgo, quebrantos y otros dolores de cabeza. Y eso hay que pagarlo. Pero ¿quién paga al trabajador y el jubilado haberles canalizado a las cajas de la banca, de las que ya no hay modo de salir?

Aquel que escribió el artículo en la mencionada Selecciones no sé qué diría ahora.

1 comentario:

aruca dijo...

¡Que razón tienes!
Con cuanto entusiasmo y trabajo nos llevan al redil y una vez dentro,¡zas! a chupar.

Y resulta que todas o casi todas las entidades bancarias ofrecen un montón de servicios gratis;esto para hacer clientes,pues los que ya estamos dentro,no nos corresponden las deferencias y descuentos que se ofrecen al nuev@.

Nunca lo entenderé,pues si se tiene una nómina domiciliada,unos recibos igual,todo pasa por allí antes que por el propio dueño del dinero,resulta que te cobran hasta por respirar, y luego sale la publicidad diciendo tantas cosas que un@ ya no sabe que pensar.
Entonces pasas por tu oficina bancaria,le preguntas a la persona que está de atención al cliente,te pasa con su inmediat@ superior,si puede te atiende y sinó te invita a que vuelvas otro día sino quieres jubilarte esperando y todo ello para decirte,que tu no tienes derecho a esas ofertas y prestaciones,que eso es para nuev@s clientes.
Y un@ se queda con cara de no entender y todo lo mas que se le ocurre es dar las gracias por la atención,y volverse a su casa para rumiar tanta desfachatez.

Aun recuerdo aquellos días en que tenía que esperar a que los niños entraran a clase para ir al banco a cobrar la nómina de mi marido;el firmaba el cheque, y como tenía que trabajar yo se lo iba a cobrar.Pero algo antes,no mucho mas atrás,esperábamos el día diez de cada mes en el que la empresa les daba el sobre con su nombre y la cantidad.
¡que tiempos Albino!