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Trío de Órdago.Honestidad por las nubes
Como suena. No tengo por qué formar parte de quienes,al parecer, son admiradores de determinados personajes de la información-desinformación del presente español. Y da lo mismo que sean directores que colaboradores de revistas, periódicos, radios o televisiones, que en todas partes abundan y, por lo que conocemos de ellos,no son medianías a la hora de revolver Roma con Santiago para, sobre todo, tirar con posta --especialmente-- al Rodríguez Zapatero; pero tirar a dar, sin miramiento del armamento empleado. O sea, que como son , escritores, los vocablos son peores que venablos de diablo.Y los conceptos.

Y puestos a hacer valoración de lo que dicen, que ellos son muy dueños de hacerlo, uno se pasma ante lo que explayan, que más de cuatro veces no se ajusta a medida, ni a ecuanimidad ni a mesura ni, sobre todo,a verdad. Y es por lo que muchas veces nos parece que esta democracia es de pandereta. Las instituciones no siempre parecen funcionar como debieran funcionar...

Bueno, pero todo esto es al margen de lo que brindan una serie de personajes del mundo de la información=desinformación, los cuales, más de le debido, aparecen en candelero cotidiano, como arte y parte de ciertas trifulcas u opiniones vertidas en sus medios, la mayoría establecidos en el Madrid, más que de los Austrias, de los Borbones, donde ni todo es tan alto ni todo tan inmaculado.

En lo que, como lector descubro, me aterra, y como observador de la televisión y, especialmente, de algunas tertulias, me sobrecoge y solivianta.Y no me extraña que personajes como Federico Jiménez Losantos estén algunas veces en danzas de demandas judiciales. No es para menos.

Y no es para menos que el apellidado Ovies, asturiano de ingrato recuerdo en Radio Televisión Nacional de Asturias, sea uno de los cuestionados. Mala cosa que las personas sean cuestionadas, tengan su refugio de Telemadrid o donde lo tengan. Ovies lo tiene ahí.

Y Carlos Cuesta, otro que tal baila. Desde su programa,en que siempre se ve de pie y siempre se ve intervenir rápido y cortante cuando alguien puede contravenirle sus criterios, por cierto, tan malévolos como casi todos los que intervienen en su tertulia, donde cuando uno interviene lo hace para vilipendiar más que el anterior al que haya caído bajo sus criterios. Desde luego, en lo que uno entiende, si de ellos dependiera, ardería Troya de nuevo. Es decir,España

Isabel Durán e Isabel San Sebastián se parece de cara y tienen una innegable coincidencia; piensan igual,sienten igual, son iguales en sus teorías y además se llaman igual.Y ambas alardean de ser periodistas. Y a mucha honra, oiga. faltaría más.

Quien no falta en tertulias bien mantenidas y alimentadas por furibundos defensores de la derecha rouco=vareliana, es la Isabel Durán, la que, por si no lo saben los espectadores, suele repetir que es periodista. Eso, es periodista, como si ser periodista, fuese patente de Corso para decir, más de cuatro veces, disparates, como los dice ella. Pero me cae simpática, porque suele hablar muy a menudo que hay cinco millones de parados.Y habla de trabajo y de trabajar,como si ella trabajase mucho en las tertulias.Para eso no es preciso mucho sacrificio. El sacrificio y el trabajo ,se lo dice un viejo minero asturiano, puede ser en la mina. Por ejemplo.



Y de César Vidal, evangélico al parecer, se podría decir que a nadie se ha escuchado nunca más que a él, hablar de los impuesto del Gobierno, y que las medidas del Gobierno,son pagadas con el dinero de nuestros bolsillos. Se ve que le duele soltar una peseta...
En la imagen, dos celebridades de la insidia,según se dice de ellos; Cesar Vidal y Jiménez Losantos.Por lo menos son referidos como únicos.
Quedan muchos otros ínclitos e insobornables hombres de la información sin nombrar. Mitos a los que no les faltan seguidores. O sea, que nunca falta un roto para un descosido. Por eso, porque nunca falta Dios a los suyos.
Acaso por eso, uno no es creyente y el descosido nuestro, ya no tiene arreglo. Dicho de otro modo, tengan los seguidores que tengan estos señores referidos y otros que están sin referir, conmigo que no cuenten.

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