MI INDIGESTA COMUNION


Comunión: Sea lo que sea, cada día sufro indigestión ante lo que acontece y ofrece la Iglesia. Debe ser que estoy en pecado mortal. Y aquello de "la primera comunión", que fue el acto de recibir por primera vez la Eucaristía, el santo sacramento, me dejó secuelas inevitables.
Así nos pintan al cardenal Rouco Varela

No dudo que el creyente disfrute de los homilías, los sermones, las amonestaciones y otras admoniciones de los jerarcas de la Iglesia y, por mi parte, que sea para bien, que para mal ya hubo bastante. Y sigue habiendo.Basta leer o escuchar las virulentas aseveraciones rouconianas.
¿O no son aseveraciones esas admoniciones de que, de ir como vamos, "estamos en la antesala de un totalitarismo dictatorial peor que el de Hitler y Stalin"? Su eminencia se olvida de España, tan español él, cuando en sus disertaciones no de otro habla que de España. Pero se olvida de que hubo un tiempo que España, con la aquiescencia de la Iglesia, su sagrado seno, fue una dura y larga dictadura.¿No la conoció monseñor? Porque,ya que él es gallego, le recuerdo lo que en su tierra se dice con respecto a las meigas: Dicen que haber, haylas. Y aquí, aunque lo soslaye, también hubo un dictador que en nada fue a la zaga de los mentados por su eminencia.Y no está bien amonestar a unos y eximir a otros.
No se hace un análisis psicológico, pero hay poca piedad en la mirada del presidente del Episcopado español, Rouco Varela.O eso parece.

Es un genio Rouco Varela: "El siglo de las Luces no deja de ser la época de lucha contra el liderazgo cultural de la Iglesia (ahí le duele) desde que los bárbaros irrumpieron en el imperio romano occidental." Por eso, seguramente, "supuso el fin de la Iglesia como institución fuerte e independiente". Este es el caso. No se perdona, ni aquí ni allá, que políticas sociales, más justas que las injustas limosnas de la Iglesia, tan discutidas no obstante que hable de caridad cristiana, hayan supuesto una realidad social--al fin y al cabo, cultural también-- que dio al traste con lo que la misericordia no remediaba, socialmente hablando.

La historia de la Iglesia no es impoluta, eso está claro. Ni limpia de polvo y paja. Lo que no se daría si en sus entrañas no contase con toda clase de tendencias y pasiones, cosa, por demás, bien sabida. Dicho es y sabido, pero no siempre cumplido, que la confesión es secreto que el sacerdote, aunque le cuente la vida, no revelará.Pero tras la guerra civil se ha sabido de más de una confesión revelada. Y el que había confesado, acabar en la cárcel..."porque Dios no puede ser cómplice de ningún delito". Cómo si los hombres investidos de sacerdotes fuesen dioses. De todos modos al sacerdote no le costó nada.
Y ahora, en Coya, Piloña, Asturias, resulta que la Iglesia, o en su nombre el sacerdote, que no quiere perder fieles, cuando alguno decide apostatar --es decir, salirse del seno religioso romano al que fue llevado por el bautismo sin esperar a que su raciocinio decidiera--,el sacerdote, para que toda la congregación lo sepa, predica desde el púlpito, que los hermanas, María Dolores y Paloma Medina, hijas de fulano y citana, han apostatado de la santa iglesia.
La cizaña ya está sembrada. El estupor en el aire. La maledicencia en la parroquia. ¡Cuánta es la piedad infinita del cielo...!
Las hermanas Medina Huergo, según la imagen recogida de La Voz de Asturias

Por lo cual se ha armado cierto escándalo, donde los eclesiásticos va de Herodes a Pilatos con disculpas y argumentos, mientras ambas hermanas, que sus razones tendrían para no querer pertenecer al mundo vaticanista, están justamente indignadas. Y exigen que la Iglesia respete las decisiones tomadas, que no es quien ella para deshonrarlas por haberse apartado de lo que no les gusta. ¿Cuándo dejará la Iglesia, por medio de sus curas, de hacernos creer que ella es la única verdad de esta vida?
Si tras estas y otras motivaciones de asombro uno no se ha de sentir congestionado cada día que comulga con las noticias diarias, ya me dirán cómo, entonces , debo sentirme.

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