EL ENCANTO DEL JUGO DE LA VIDA

Jugar, es el encanto de la vida, por lo visto. Jugar, loque se dice jugar, se juega a todo.El rol de la suerte consiste en jugar y, en el juego, ganar.Desde la más tierna infancia ya empiezan los juegos, que si no son de azar, no dejan de ser juegos y formar de iniciar el toma y daca de lo que,después se irá asimilando, según interprete cada cual. De niños, se juega, se juega en la mocedad, se juega en la plenitud de la vida y se juega en la vejez.
La vida ha sido, desde siempre, un juego.Incluso para los poetas, enamorados del amor, como José Ángel Buesa, tan admirado por sus versos y sus conquistas amorosas, quien, en Cuartetos del Transeúnte, dice:
Jugué al amor contigo, con vanidad tan vana,
que marqué con las uñas las naipes que te dí;/
y en ese extraño juego, donde pierde el que gana, /
gané tan tristemente,que te he perdido a ti...!
Por el juego, hubo grandes conquistas, fortunas logradas de la noche a la mañana, hombres que acabaron en la ruina y hombres que acabaron en piltrafas -- o acabaron pegándose un tiro...y hubo familias llevadas de los demonios...y asimismo, hubo y hay mujeres que, en esto de los juegos permitidos-- y secretos-- no lo hacen nada mal que se diga. Al respecto, quien más y quien menos , todos conocemos alguno de esos juegos que, empezando de modo simple pasa por sutiles tamices y acaba, muchas veces, en secretas habitaciones donde se juega al amor desproporcionadamente compartido, sin mirar que ese juego pueda acabar en jaque mate o cantando las cuarenta de triunfo el que menos se espera...
En las cuencas mineras, esto de las cartas siempre ha sido pan cotidiano. Las "partidas" de cartas siempre fueron frecuentes, pero mayormente, en hombres de pelo en pecho, barbudos, que se diputaban --y disputan-- el café, la copa y el puro - o cuartos, que eso se dice que también juegan las más de las veces.
Antaño, en la quietud de las aldeas, las ancianas matronas, señoras que tiraban de cigarro, hecho de hojas de maíz, fumaban como carreteras mientras echaban la brisca sentadas sobre cualquier cajón y bajo el amparo de los hórreos...Sin embargo, eso fue antes; actualmente ya no suelen verse estas escenas entrañables y familiares. No. Hoy lo que se ve son jovenas en locales más o menos modernos, sorbiendo no sabemos qué bebidas de fuerte composición alcohólica y sabor mentolado --que dicen que las pone a cien--, quienes, dejando sus bártulos de estudio en el suelo, disputan no sólo la bebida, sino --como nos ha confesado Ericé, que se había jugado con una amiga al novio-- que se disputaban quién sería la primera que, al llagar Édgar, le echara los brazos al cuello, le besara apasionadamente y, después,bueno, después lo que fuera, que eso ya quedaba en el secreto del juego.
De un local que no conocemos, nos ha llegado esta imagen donde Mónica,Yénice y Jésica juegan a la baraja, con sus 20 años floridos; eso sí, no sabemos qué juegan. Pero algo juegan.Eso no se duda. Lo que extraña es que mozas así dediquen su tiempo al juego de la baraja, habiendo otros juegos mucho mejores.

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