HOY , 1 de mayo, jueves, en Pola de Laviana fue un hervidero de gente. Era día de mercado.Y hay que decir que este mercado, que tiene una antigüedad de más de doscientos años, siempre ha sido muy visitado, tanto por mercaderes, mercachifles y marchantes de todo tipo. Como fue además el primero de mayor, fiesta del trabajo, cosa que disfruta mayormente quien no trabaja, pues la población lavianesa quedó pequeña para tanta afluencia de gentes...y digo gentes porque el plural encaja mejor que el singular ante la diversa relea que, desde hace tiempo, suele verse...
Por cierto, el mercado tradicional, de productos típicos, ha muerto. Aquellas viejas y entrañables transacciones, honradas de palabra y obra, ya no se ven. Lo que ahora pulula son etnias de variado sentimiento.Proliferan los gritos y las ofertas de trapos y de calzado.Los tenderetes se instalan donde sea, buscando el modo de canalizar a la gente entre buhoneros, sin importar que las aceras, por ejemplo, se corten.El derecho de los demás no existe.El mercado foráneo que llega cada jueves, es el modo de vida --en principio-- de unos y otros, entre los que se cuentan calés,
hispanos, moros, africanos otros más, los cuales, hacen que el mercado aparente un gran zoco en la cuenca del Nalón;pero, eso sí, no dejan, que se sepa, una peseta en La Pola. Lo que es normal, porque no vienen a dejarlas; vienen a llevarlas. Que es de lo que se trata.
Pero es un mercado distinto al que años atrás hemos conocido. En el de ahora abunda la duda de la honestidad.Y abunda una gente, que ni siquiera son españoles, que van de grupo en grupo pidiendo, insistente y molestamente, llegando a tocarte para demostrar que están allí, que les atiendas, que les des dinero...Y si les dices que no ante la insistencia que muestran, marchan peor poniendo mala cara: marchan echando pestes y renegando. ¿ Por qué hay que soportar estas situaciones tan frecuentes en nuestros pueblos? La autoridad, la que sea, ¿no tiene nada qué decir ni qué hacer al respecto?
Por cierto, el mercado tradicional, de productos típicos, ha muerto. Aquellas viejas y entrañables transacciones, honradas de palabra y obra, ya no se ven. Lo que ahora pulula son etnias de variado sentimiento.Proliferan los gritos y las ofertas de trapos y de calzado.Los tenderetes se instalan donde sea, buscando el modo de canalizar a la gente entre buhoneros, sin importar que las aceras, por ejemplo, se corten.El derecho de los demás no existe.El mercado foráneo que llega cada jueves, es el modo de vida --en principio-- de unos y otros, entre los que se cuentan calés,
hispanos, moros, africanos otros más, los cuales, hacen que el mercado aparente un gran zoco en la cuenca del Nalón;pero, eso sí, no dejan, que se sepa, una peseta en La Pola. Lo que es normal, porque no vienen a dejarlas; vienen a llevarlas. Que es de lo que se trata.
Pero es un mercado distinto al que años atrás hemos conocido. En el de ahora abunda la duda de la honestidad.Y abunda una gente, que ni siquiera son españoles, que van de grupo en grupo pidiendo, insistente y molestamente, llegando a tocarte para demostrar que están allí, que les atiendas, que les des dinero...Y si les dices que no ante la insistencia que muestran, marchan peor poniendo mala cara: marchan echando pestes y renegando. ¿ Por qué hay que soportar estas situaciones tan frecuentes en nuestros pueblos? La autoridad, la que sea, ¿no tiene nada qué decir ni qué hacer al respecto?
No olvidamos tampoco que en cualquier parte suelen escucharse sones andinos, que no están mal, pues ofrecen aquello de que disponen; y se sienten otros sones, ásperos de sonido de acordeón, que no se quedan en ningún sitio fijos, pues invaden plazas, calles y locales, donde,por lo observado, los tales músicos, que tampoco son españoles aunque sí ibéricos, pasan continuamente una caja, pidiendo el tributo de su interpretación "artística". Y, por si fuera poco, miembros de alguno de estos grupos no cesan de molestar, como, los rumanos, pidiendo. Y aún más. Hay otros que se sitúan en mitad de las aceras, cortando el paso, mostrando sus miserias, poniendo cara de circunstancias, sin que ninguna clase de autoridad intervenga...
Al respecto, hay mucho que decir, habida cuenta la inmensa cantidad de explotadores de la mendicidad que existe. Al respecto, políticos y autoridades, parecen sordos y ciegos, ya que ni ven ni oyen acerca de estros cosas que asolan todos los lugares de España.Y, al respecto, cabe preguntar: ¿Debe permitirse tanta presencia de gentes así, que no justifican de qué viven ni que hacen, siendo de otros países, aquí ?
Y no vengan a decirnos que España ha sido emigrante,que España tiene que ser solidaria, que España tiene que dar ejemplo y que no tenemos que ser racistas, ni xenóbos ni otras cosas parecidas. Pues no hay que serlo con quien trabaje y esté, como los demás españoles,"dentro de la ley," que por los que no lo están, hay derecho a pedir a nuestro Gobierno y a las autoridades de toda clase, que eviten tanta degradación humana y social como abunda por cualquier parte del país.Y que, además, parece multiplicarse en días de fiestas, mercados, bodas, entierros y toda clase de actos en que haya masiva afluencia en la calle.
Hay males que no se evitan, pero hay calamidades que sí se pueden evitar y erradicarse.
Al respecto, hay mucho que decir, habida cuenta la inmensa cantidad de explotadores de la mendicidad que existe. Al respecto, políticos y autoridades, parecen sordos y ciegos, ya que ni ven ni oyen acerca de estros cosas que asolan todos los lugares de España.Y, al respecto, cabe preguntar: ¿Debe permitirse tanta presencia de gentes así, que no justifican de qué viven ni que hacen, siendo de otros países, aquí ?
Y no vengan a decirnos que España ha sido emigrante,que España tiene que ser solidaria, que España tiene que dar ejemplo y que no tenemos que ser racistas, ni xenóbos ni otras cosas parecidas. Pues no hay que serlo con quien trabaje y esté, como los demás españoles,"dentro de la ley," que por los que no lo están, hay derecho a pedir a nuestro Gobierno y a las autoridades de toda clase, que eviten tanta degradación humana y social como abunda por cualquier parte del país.Y que, además, parece multiplicarse en días de fiestas, mercados, bodas, entierros y toda clase de actos en que haya masiva afluencia en la calle.
Hay males que no se evitan, pero hay calamidades que sí se pueden evitar y erradicarse.
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