Pedir perdón no es cosa que todos hagan


Y, si como se da el caso de que un obispo español haya pedido perdón por lo acontecido en la guerra civil española, donde la Iglesia estuvo al lado de los que estuvo, no falta quien le salga al paso desde el seno de la Conferencia Episcopal y advierta que tal manifestación es y ha sido a título personal; que la Iglesia la constituyen muchas más personas...Es decir, que la Iglesia no pide ni desea pedir perdón, por lo que se ve. ¿"Y por qué lo ha de pedir," como se preguntó un periodista de Oviedo, sobradamente conocido por su defensa tridentina de la Iglesia?
Bien es verdad que la Iglesia ha sido, --según muchos religiosos y defensores de su existencia--víctima en la Guerra Civil de España. "Si, pero también fue causa de la misma", se dice, aunque esta aseveración no la llevan como bandera sus ultradefensores.
La Iglesia me aterra. Y me aterran manifestaciones como las que vierte en un periódico de Oviedo un cura de Avilés, de cuyo nombre prefiero no acordarme, que ante el altar en que se supone que debe rezar, más que homilías y búsqueda de misericordia y piedad - voces tan repetidas entre los seguidores católicos- lo que hace es arengar con mítines patrióticos a la usanza de la España nacional, de banderas al viento y del imperio hacia Dios, esto es, conmemorar levantando el brazo, el fallecimiento del Caudillo, del que es ferviente seguidor dicho sacerdote y, por lo mismo, irreconciliable individuo de todo lo que vaya contra su sentimiento político y patriótico.Los demás, en España, están de más para este sacerdote. O sea, que España, una. La de los de siempre.
Lo escrito pues el día 3 de este mes de diciembre, dirigiéndose a otro sacerdote es para echarse a temblar. La Cruzada fue bien llamada Cruzada.Y justa. Y necesaria. Y conveniente. Y, por tanto, lo que originó ha sido justo: el éxodo y exilio de miles de niños, la tragedia de miles de familias, las muertes de miles de españoles en cárceles, fusilamientos y violaciones que los moros cometieron al servicio de la causa nacional y, consecuentemente de la Iglesia, eso no tiene importancia, ni otras muchas mas tragedias padecidas...Solamente tiene dolor y causa de repulsa la muerte de sacerdotes a los que se les califica de mártires, mientras las muertes de los demás deben silenciarse y si alguien intenta recuperar los muertos habidos , es decir, asesinatos, en cunetas y silenciados a la fuerza, eso significa remover odio y volver a las andadas.
No, el perdón deben pedirlo siempre los mismos: los supeditados al poder celestial; los que andamos arrastras por la tierra.Los pobres diablos.
Que no, señor, que no, que no se habla de celibatos ni de pederastias ni otras cosas. Los santos varones no pecan.Las sotanas libran de todo mal. Y si de vez en cuando se trata, que es de pascuas a ramos, de abusos sexuales en seminarios, iglesias y confesionarios, apenas si se descubre y se dice. O se dice que eso no es verdad.Y entre tanto, el celibato, sólo de pensarlo, ya es en sí un pecado. Y cuando se descubre algún desaguisado cometido por algún clérigo, la Iglesia calla, sin darse cuenta que el que calla, otorga - o lo más que hace es cambiar de parroquia o zona al autor del hecho, que como la carne es débil, y el hombre es hombre, pues eso, hay que confiar que Dios remedie el desliz, que es un desliz, nunca un delito.Además, en el pecado, llevará la penitencia. Ahí...
Y a todo esto, leemos el día 6 de este mes, no muy destacado por cierto, lo siguiente: "-La diócesis de Los Ángeles paga 340.000 euros a una mujer violada por 7 curas".Nada menos. Y así, como estas noticias, otras que -ya digo- de pascuas a ramos suelen leerse, incluso ocurridas aquí, en España, la tierra de María Santísima, como dijo un papa; la última que recordamos, fue la condena a un sacerdote por la violación reiterada a un menor.¿O fue a varios menores?
O sea que, por eso y por otro, el perdón no es cosa que, en esta España pía, pidan los que cometen pecado, como tenemos que pedir los demás, incluso aunque sea por pecar de pensamiento y no de obra, como sí pecan otros, los cuales, si pertenecen al seno de la Iglesia, confesando el pecado con propósito de enmienda, el asunto queda resuelto. El pecado queda perdonado. Para que aprendamos -(AS)

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