He sentido una frase, a un escritor, que me ha agradado, sobre todo por el sentido que tiene, no porque coincida con mi condenada vida. Decía: "Me reconozco pecador, pero viendo lo que tengo enfrente, soy un santo". Pues eso. Y pues que ya estamos en campaña,o pre-campaña, bien rimada con saña, veremos que -- ya lo estamos viendo-- se nos avecina un futuro encantador, que ni Dios lo soñó mejor en el Paraíso bíblico; la magia de algunos políticos, va a hacer milagros, pues nos prometen la eterna juventud y la vida perdurable, amén; nos aseguran, con la mano en el pecho y nos cuentan, jurando, que seremos, si les votamos, favorecidos por la Gracia de Dios, y así veremos que nos suprimirán los impuestos por decreto; nos mejorarán las pensiones; nos darán el pan gratis, los transportes gratis, y habrá una mejora indiscutible en las Relaciones Exteriores, cosa que ahora son una calamidad; los españoles celebraremos todos el gran sentimiento patriótico, juraremos la bandera , desfilaremos y aplaudiremos la nada apabullante bandera USACA; seremos fieles cristianos, religiosos puros e inmaculados, creyentes, virtuosos y venturosos de tener un gobierno como el que desea ser, eso dicen, para todos por igual, que nos promete todo eso y mucho más, incluso la gloria celestial, si les votamos.
Pues ni con esas, oiga, ni con esas les votaré.¿Para qué quiero tanta gloria, ya viejo, cuando siempre he vivido tan alejado de del paraíso que ahora me prometen?
Pues ni con esas, oiga, ni con esas les votaré.¿Para qué quiero tanta gloria, ya viejo, cuando siempre he vivido tan alejado de del paraíso que ahora me prometen?
Por cierto, si como ciudadano y no súbdito, tengo mis derechos, no me pregunten por qué, dándome tanto, no son dignos de mi voto quienes vienen, además de sonrientes, con las arcas repletas de venturas para nuestra felicidad...Agnóstico de nacimiento y desengañado ante tantos falsos profetas, que ni el pan nos daban trabajando jornadas enteras, digan lo que digan ahora, no me van a convencer quienes todavía no han tenido la honestidad de censurar el levantamiento aquél contra el gobierno establecido legalmente, suprimiendo, después, constituciones, derechos de sindicarse, de reuniones, de libertad de prensa, de salir de casa o de cantar, que hasta cantar fue prohibido... Quienes todavía siguen viendo virtudes en los autores de tanta tragedia, tanto éxodo de españoles, tanto infortunio de un pueblo, sacrificado y mártir sin la bendición de la Iglesia, (porque la Iglesia conoce el dicho aquel de que "nunca falta Dios a los suyos") , por lo que a mí respecta, no son de fiar y por mucho que vengan ahora prometiendo el oro de todas las gloria y el moro de todas las protecciones, conmigo que no cuenten. Y para decirlo así, tengo mis razones, y un refrán que dice "que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer". Sirva, pues, esta aseveración axiomática de la vida, como respuesta al caso.- (AS)
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