¿Es posible volver a la infancia? Suponemos que en recreación, sí, pero en nada más.¿Y cuál fue la infancia a la que ahora, largamente septuagenario, intentamos volver? Mejor es no la conocer, pero no nos resistimos a decir que hemos vivido una en la que, cuando había que asistir a la escuela, a lo que se iba era a trabajar y a machacar piedra a canteras y carreteras, con sacos y trapos en los pies, atados con alambres ya que no había otro calzado, así como la la ropa se componía de remiendos mayormente, y eso cuando alguien se compadecía y te deba lo que ya no valía para los demás. Teníamos 12 años. Era en 1945 . Después, muchos años de minero en el tajo carbonero, más tarde...bueno, más tarde otros trabajos, que alterné con la mina...
¿Infancia? ¿Qué infancia hubo, si apenas existía pan, ni, ya trabajando incluso, se disponía de dos pesetas libres para desplazarse varios kilómetros al cine, una vez a la semana? Se puede decir que la infancia pasó como un rayo, dejándonos tirados en la cuneta de las penitencias.
Eso sí, por aquellos años de edad escolar sin escuela, la lectura fue una afición que malamente podíamos alimentar. Y fue cuando descubrimos a "El Guerrero del antifaz". Otros hablaban de "Roberto Alcazar y Pedrín", pero a mi no me gustaba su impecable apostura, su peinado y su elegancia que no nos parecía real. Más tarde llegaron otros héroes, pero el mío fue siempre "El Guerrero del antifaz", cuyos cuadernos apaisados devorábamos con avidez, semanalmente.
¿Infancia? ¿Qué infancia hubo, si apenas existía pan, ni, ya trabajando incluso, se disponía de dos pesetas libres para desplazarse varios kilómetros al cine, una vez a la semana? Se puede decir que la infancia pasó como un rayo, dejándonos tirados en la cuneta de las penitencias.
Eso sí, por aquellos años de edad escolar sin escuela, la lectura fue una afición que malamente podíamos alimentar. Y fue cuando descubrimos a "El Guerrero del antifaz". Otros hablaban de "Roberto Alcazar y Pedrín", pero a mi no me gustaba su impecable apostura, su peinado y su elegancia que no nos parecía real. Más tarde llegaron otros héroes, pero el mío fue siempre "El Guerrero del antifaz", cuyos cuadernos apaisados devorábamos con avidez, semanalmente.
Tras este personaje creado por Manuel Gago, que era de origen vallisoletano asentado en Valencia, fueron apareciendo otros héroes del cómic como "El pequeño luchador", y tiempo después, "Purk, el hombre de piedra", así como otra serie de cuadernos todos con el sello inconfundible de Gago, dibujante que admirábamos por los trazos y las configuraciones de sus personajes, que cada vez eran más perfectos y seguros. Otras veces, sin embargo, nos parecían, más urgentes, menos trabajados. Y no nos equivocábamos: Manuel Gago, tenía que trabajar a destajo, como nosotros en la mina, para poder salir adelante: él explotado por la editorial llamada Valenciana y nosotros por las empresas mineras de la cuenca del Nalón. Ya sé que no es lo mismo dibujar que arrancar carbón, pero explotación por explotación,el explotado es la victima y en este caso Gago lo era. Todo esto lo supimos después.
Cuando en 1980 escuchamos al presentador de TV Pedro Piqueras dar la noticia del fallecimiento de Manuel Gago, nos afectó bastante. Y es que Manuel Gago había sido un personaje que había creado otros personajes, que nos llenaron de ilusión, y que no solo se limitó a "El Guerrero del antifaz ", a El pequeño luchador", a "Purk, el hombre de piedra", al "Aguilucho" y decenas de ellos más, entre los que recordamos, de corta vida, al "Misterioso X" o a "El Libertador", amén de otros personajes del Oeste, del mar o de las cortes lujosas de Francia. Mi admiración por este hombre real, que creó tantos personajes irreales, fue por la perfección de sus figuras, algunas de ellas, verdaderas joyas de la creación e imaginación artística.
Cuando en 1980 escuchamos al presentador de TV Pedro Piqueras dar la noticia del fallecimiento de Manuel Gago, nos afectó bastante. Y es que Manuel Gago había sido un personaje que había creado otros personajes, que nos llenaron de ilusión, y que no solo se limitó a "El Guerrero del antifaz ", a El pequeño luchador", a "Purk, el hombre de piedra", al "Aguilucho" y decenas de ellos más, entre los que recordamos, de corta vida, al "Misterioso X" o a "El Libertador", amén de otros personajes del Oeste, del mar o de las cortes lujosas de Francia. Mi admiración por este hombre real, que creó tantos personajes irreales, fue por la perfección de sus figuras, algunas de ellas, verdaderas joyas de la creación e imaginación artística.
Pues que disponemos de algo más de tiempo que antes, hemos recurrido a Internet para saber algo acerca del personaje de ficción creado por Gago, "El Guerrero del antifaz" y hemos llevado una sorpresa desagradable al saber cómo su autor había sido víctima de la argucia carroñera de la editorial que él había encumbrado con sus trabajos y ella le había estrangulado, por contra, a base de garduñas y triquiñuelas extraídas de la ley y de la trampa.
Y es cuando pensamos en nuestra infancia, lectora de las creaciones de Manuel Gago, sacrificado para crear personajes y él mismo sacrificado, pero en vida, por la avaricia de su editorial, que, por lo que nos parece formaba línea con el sentimiento "patriótico" del Roberto Alcazar" aquél que nunca nos había gustado y ahora nos gusta menos todavía él y aquella editorial valenciana, que merece más repudio que otra cosa.
Con todo, es posible que tal editorial se enriqueciese con la producción de Manuel Gago, pero él estará asentado en la historia del mérito y del sacrificio y ella, aquella editorial, en el demérito y la reprobación de quienes un día admiramos las distintas series que editaba, y que hoy, conociendo la situación circunstancial lamentamos que explotara como explotó al autor de tantas aventuras y de tantas ilusiones como nos mitigaron las deplorables penitencias de nuestra infancia, tann lejana ya, por otra parte. AS
Y es cuando pensamos en nuestra infancia, lectora de las creaciones de Manuel Gago, sacrificado para crear personajes y él mismo sacrificado, pero en vida, por la avaricia de su editorial, que, por lo que nos parece formaba línea con el sentimiento "patriótico" del Roberto Alcazar" aquél que nunca nos había gustado y ahora nos gusta menos todavía él y aquella editorial valenciana, que merece más repudio que otra cosa.
Con todo, es posible que tal editorial se enriqueciese con la producción de Manuel Gago, pero él estará asentado en la historia del mérito y del sacrificio y ella, aquella editorial, en el demérito y la reprobación de quienes un día admiramos las distintas series que editaba, y que hoy, conociendo la situación circunstancial lamentamos que explotara como explotó al autor de tantas aventuras y de tantas ilusiones como nos mitigaron las deplorables penitencias de nuestra infancia, tann lejana ya, por otra parte. AS
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