Mis nietos, igual que otros niños, llegan de la escuela hablando de jálowui. Alegan que la maestra les dice que hay que celebrarlo. Que estamos en el mes de los muertos vivientes. Lo cierto es que llegan pintados con calaveras, rostros horrible, simulando estar ensangrentados, los ojos hundidos, pálidos, vidriosos y, quien más y quien menos, con calaveras en la ropa, en los libros y la cara llena de polvos cadavéricos... o sea, cuanto más horrible, mejor. Es el tiempo de jalowui... El tiempo de seguir una tremenda influencia llegada de la América sajona, los Estados Unidos, de donde llega la Coca-Cola, los pantalones vaqueros, el cine y la esencia matona del endiosamiento de los Bush y de los que son como él, poniendo los pies sobre la mesa, para dejarnos apabullados y, en muchos casos, admirándoles el comportamiento desafiante de sus marines, sus héroes bélicos, sus vaqueros y todo lo que nos llegue de este llamado gran país, grande por la Alaska que compró a Rusia y por lo que se apropió de México por las guerras, para aumentar su territorio...
Desde hace algún tiempo, por si no fuera bastante que ocupen parte de España en tierra, en mar y en aire, ahora o desde hace algunos años, nos meten hasta en la sopa lo de los muertos vivientes o la fiesta de los muertos o el mal gusto con la indumentaria elegida para estas fechas de noviembre con la invasión de puertas abiertas favorecida, además, por la enseñanza española que es , al parecer, donde más celebran o hacen que celebren los críos este ritual venido de la poderosa América ...
Pero en esto, por si no lo saben quienes instan a celebrar la fiesta de los muertos vivientes, abriendo calabazas y configurando calaveras, ya existía en la Asturias de nuestro pasado, en la rural y en la ancestral, quizás no tan propagada como ahora, pero recordamos que hace 70 años se solían poner calabazas en los cruces de los caminos, con una vela ardiendo dentro para que causara miedo a los transeúntes. Igualmente se ponían en los portales de las casas o situadas en los corredores. Era costumbre que se celebraba sin que sepamos de dónde venía esta costumbre.
Si lo que ahora se celebra y organiza en abundantes zarabandas viene de Estados Unidos, a Estados Unidos llegó con los colonos irlandeses-mayormente-, que celebraban aquella costumbre en el nuevo Continente, para no desarraigarse de sus costumbres tradicionales. El cine y la literatura lo propagaron después y, uno y otro, nos lo metieron como novedad en España, cuando --por lo menos en parte de Asturias--ya hace muchos años que aquí también, como los irlandeses, se celebraba por estas fechas anuales esta costumbre de vivir en torno a los muertos.Precisamente existe en España una obra romántica y teatral que discurre entre duelos, conquistas y cementerios. Se trata de Don Juan Tenorio, que en el caso que tratamos es creación de José Zorrilla y es casi siempre escenificada por estas fechas en que se honran los difuntos.Los fieles difuntos para la Iglesia de Roma, que es la que impera en España.
Sin ir mucho más allá, estos hábitos entre la muerte y la vida, entre creencia y la fe, siempre se han circunscrito a las religiones.Recordamos las leyendas de las "Ánimas en pena" o "La Huestia",que solían componer santurrones de los contornos, y que iban de casa en casa, con cantatas tenebrosas,causando pavor y espanto, pues en pueblos ignorantes y miedosos, supeditados a clérigos poco escrupulosos, a la vez que a una Iglesia dura y egoísta, el pánico prendía fácilmente entre los naturales de los predios campesinos.
Las letanías de las"ánimas en pena" eran mayormente fúnebres, pero avarientas siempre.
"Somos ánimas en pena / los que estamos a tu puerta; / si nos das una limosna/ tendrás la gloria muy cierta"... era el inicio, que seguía con diferentes cuartetas y, si no se daba limosna, surgía una voz gruesa, anatematizadora y amenazante : "Por no darnos la limosna, / que del infierno te libre,/ al infierno irás de frente / entre el fuego, a consumirte..."
De modo que, por lo que se refiere a Asturias, donde siempre enraizaron bien las creencias sobrenaturales, no es de extrañar que, a las decaídas costumbres de ayer vengan hoy otras a suplirlas, con la fuerza con que las están introduciendo desde América, vía religión y misterio, que es lo que propugna la Iglesia, la de que aquí y la de otras partes. Lo que pasa es que la fiesta de los muertos vivientes --el hálloween del cuento o el jálowui que se dice en la calle --viene precedida de toda la parafernalia de que son capaces los americanos mataindios, que no es poca.
A lo que íbamos: que estas costumbres que nos quieren meter con calzador, empezando por las escuelas a los críos, ya existían 70 años atrás, y más y más atrás. Y mucho más atrás.Eso sí, no sabemos con qué nombre, aunque con alguno sería. Y digo yo, ¿no estaría bien que se les dijese a los escolares que antes de este jálowui de ahora, en tiempos pasados en Asturias ya se ahuecaban las calabazas para hacer calaveras y ponerlas en los cruces de los caminos...o donde se creyera que mejor y más miedo pudieran causar a los vecinos de los pueblos...? Y más aún: ¿no estaría mejor intentar recuperar viejas y lejanas tradiciones propias que aceptar como nuevas y únicas las foráneas..? No es por nada, pero no todo lo americano es para tener por único y por mejor...(AS)
Desde hace algún tiempo, por si no fuera bastante que ocupen parte de España en tierra, en mar y en aire, ahora o desde hace algunos años, nos meten hasta en la sopa lo de los muertos vivientes o la fiesta de los muertos o el mal gusto con la indumentaria elegida para estas fechas de noviembre con la invasión de puertas abiertas favorecida, además, por la enseñanza española que es , al parecer, donde más celebran o hacen que celebren los críos este ritual venido de la poderosa América ...
Pero en esto, por si no lo saben quienes instan a celebrar la fiesta de los muertos vivientes, abriendo calabazas y configurando calaveras, ya existía en la Asturias de nuestro pasado, en la rural y en la ancestral, quizás no tan propagada como ahora, pero recordamos que hace 70 años se solían poner calabazas en los cruces de los caminos, con una vela ardiendo dentro para que causara miedo a los transeúntes. Igualmente se ponían en los portales de las casas o situadas en los corredores. Era costumbre que se celebraba sin que sepamos de dónde venía esta costumbre.
Si lo que ahora se celebra y organiza en abundantes zarabandas viene de Estados Unidos, a Estados Unidos llegó con los colonos irlandeses-mayormente-, que celebraban aquella costumbre en el nuevo Continente, para no desarraigarse de sus costumbres tradicionales. El cine y la literatura lo propagaron después y, uno y otro, nos lo metieron como novedad en España, cuando --por lo menos en parte de Asturias--ya hace muchos años que aquí también, como los irlandeses, se celebraba por estas fechas anuales esta costumbre de vivir en torno a los muertos.Precisamente existe en España una obra romántica y teatral que discurre entre duelos, conquistas y cementerios. Se trata de Don Juan Tenorio, que en el caso que tratamos es creación de José Zorrilla y es casi siempre escenificada por estas fechas en que se honran los difuntos.Los fieles difuntos para la Iglesia de Roma, que es la que impera en España.
Sin ir mucho más allá, estos hábitos entre la muerte y la vida, entre creencia y la fe, siempre se han circunscrito a las religiones.Recordamos las leyendas de las "Ánimas en pena" o "La Huestia",que solían componer santurrones de los contornos, y que iban de casa en casa, con cantatas tenebrosas,causando pavor y espanto, pues en pueblos ignorantes y miedosos, supeditados a clérigos poco escrupulosos, a la vez que a una Iglesia dura y egoísta, el pánico prendía fácilmente entre los naturales de los predios campesinos.
Las letanías de las"ánimas en pena" eran mayormente fúnebres, pero avarientas siempre.
"Somos ánimas en pena / los que estamos a tu puerta; / si nos das una limosna/ tendrás la gloria muy cierta"... era el inicio, que seguía con diferentes cuartetas y, si no se daba limosna, surgía una voz gruesa, anatematizadora y amenazante : "Por no darnos la limosna, / que del infierno te libre,/ al infierno irás de frente / entre el fuego, a consumirte..."
De modo que, por lo que se refiere a Asturias, donde siempre enraizaron bien las creencias sobrenaturales, no es de extrañar que, a las decaídas costumbres de ayer vengan hoy otras a suplirlas, con la fuerza con que las están introduciendo desde América, vía religión y misterio, que es lo que propugna la Iglesia, la de que aquí y la de otras partes. Lo que pasa es que la fiesta de los muertos vivientes --el hálloween del cuento o el jálowui que se dice en la calle --viene precedida de toda la parafernalia de que son capaces los americanos mataindios, que no es poca.
A lo que íbamos: que estas costumbres que nos quieren meter con calzador, empezando por las escuelas a los críos, ya existían 70 años atrás, y más y más atrás. Y mucho más atrás.Eso sí, no sabemos con qué nombre, aunque con alguno sería. Y digo yo, ¿no estaría bien que se les dijese a los escolares que antes de este jálowui de ahora, en tiempos pasados en Asturias ya se ahuecaban las calabazas para hacer calaveras y ponerlas en los cruces de los caminos...o donde se creyera que mejor y más miedo pudieran causar a los vecinos de los pueblos...? Y más aún: ¿no estaría mejor intentar recuperar viejas y lejanas tradiciones propias que aceptar como nuevas y únicas las foráneas..? No es por nada, pero no todo lo americano es para tener por único y por mejor...(AS)
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