¿Por qué hay libros prohibidos, precisamente cuando parece que no se lee, en España, tanto como se debiera?¿Quién los prohíbe? ¿Y por qué?
--¡Hombre, pregunta usted más que un fiscal¡ Pero, en fin, esas cosas tendría que saberlas usted, mas, si no las sabe, en lo que a mí respecta y entiendo, le digo que quien más ha prohibido,en España, ciertos libros, condenándoles al fuego, persiguiendo a sus autores y maldiciéndoles siempre, ha sido la Iglesia.
--¿La Iglesia...? ¡Perdone, pero la Iglesia habla de perdón, de caridad, de ser madre infinitamente buena y misericordiosa, por lo que no entiendo que ella pudiera prohibir libros, condenar a sus autores y a unos y a otros mandarles al fuego del infierno...
--Al fuego vivo y purificador de la Tierra, que no es el del infierno, que según dijo el pasado Papa, el infierno es una simple imagen y no una realidad concreta.De modo que los libros prohibidos de que usted habla sí han sido echados en grandes cantidades al fuego, y en plazas públicas para escarmiento de unos y otros: los que osaran leerlos y los que pudieran tener interés en ello, además de condenar a los autores de tales libros, que a lo largo de los siglos (de los que hace gala la Iglesia que tiene de existencia) fueron muchos.
--O sea, que, entonces, debo estar en pecado mortal por haber leído algunos libros como "No me avergoncé del Evangelio", de Marino Ayerra Redín, que cuenta la de Dios y se pregunta que qué fue de un par de obispos que se negaron a firmar aquella declaración-proclamación- bendición de la Iglesia a la Guerra Civil llamándola Santa Cruzada, de los cuales nunca más se supo..
--¡Ah, pues no le quepa duda que usted ha pecado para la Iglesia, que leer esos libros, tal como "La Religión al alcance de Todos", de Rogelio H. Ibarreta o "Como los hombres" de Barribero, entre otros, es caer en pecado mortal...
--Bueno, en pecado mortal ya estoy desde que Adán y Eva anduvieron a picos pardos detrás de la pomarada del Edén, y todo porque el Sumo Hacedor -- sabedor de lo que estaba haciendo y de lo que iba a resultar todo-- siguió adelante, como si tal cosa; eso sí, según la Biblia, dotándoles de inteligencia para que discernieran entre el bien y el mal. Y como eligieron el mal al comerla fruta del bien, que no sé porque un dios tan bueno la creó para después prohibirla como hizo el buen hombre, que además, para acabar de hacerles la jugada, les puso la exuberancia de tal manjar como tentación para ver por donde tiraban y como la carne es débil y ellos eran jóvenes, pues tiraron por el camino del medio y acabaron como acabaron, malditos de dios y, encima, condenándonos a todos por los siglos de los siglos de los siglos.
--Claro, y como Dios sabía lo que iba a resultar,y siguió adelante a pesar de todo, que desde entonces no es poco lo que vino detrás, pues si hay quien dude de su misericordia y de su obra, como hacer un mundo patas arriba, la Iglesia sale al camino, como su embajadora, y nos pone las peras a cuarto a todo bicho viviente. Y si, además, para purificar el ambiente de la vida y de los pueblos hay que tirar a la pira los libros pecaminosos, pues se tiran y san se acabó, que todo sea por el bien de la humanidad, entre los que, qué remedio, estamos nosotros, donde, por lo que vemos, vivimos en riesgo de pecar al leer libros que, hay que decirlo, me cautivan y emocionan más que los breviarios al uso y que las doctrinas de Escribá de Balaguer, que me ponían todos los días en la mesilla de la habitación del sanatorio cercano a Oviedo en que estuve ingresado, mientras me retiraban alguno de los que yo había llevado de Poesía para recrearme leyendo a Buesa o a Camín. Y menos mal que no llevé "Las ruinas de Palmira" del Conde Volney o "Un pecado Universal"de Bacunín , que si los llevo acabo donde no quiero ni imaginarlo.
--¡Hombre, pregunta usted más que un fiscal¡ Pero, en fin, esas cosas tendría que saberlas usted, mas, si no las sabe, en lo que a mí respecta y entiendo, le digo que quien más ha prohibido,en España, ciertos libros, condenándoles al fuego, persiguiendo a sus autores y maldiciéndoles siempre, ha sido la Iglesia.
--¿La Iglesia...? ¡Perdone, pero la Iglesia habla de perdón, de caridad, de ser madre infinitamente buena y misericordiosa, por lo que no entiendo que ella pudiera prohibir libros, condenar a sus autores y a unos y a otros mandarles al fuego del infierno...
--Al fuego vivo y purificador de la Tierra, que no es el del infierno, que según dijo el pasado Papa, el infierno es una simple imagen y no una realidad concreta.De modo que los libros prohibidos de que usted habla sí han sido echados en grandes cantidades al fuego, y en plazas públicas para escarmiento de unos y otros: los que osaran leerlos y los que pudieran tener interés en ello, además de condenar a los autores de tales libros, que a lo largo de los siglos (de los que hace gala la Iglesia que tiene de existencia) fueron muchos.
--O sea, que, entonces, debo estar en pecado mortal por haber leído algunos libros como "No me avergoncé del Evangelio", de Marino Ayerra Redín, que cuenta la de Dios y se pregunta que qué fue de un par de obispos que se negaron a firmar aquella declaración-proclamación- bendición de la Iglesia a la Guerra Civil llamándola Santa Cruzada, de los cuales nunca más se supo..
--¡Ah, pues no le quepa duda que usted ha pecado para la Iglesia, que leer esos libros, tal como "La Religión al alcance de Todos", de Rogelio H. Ibarreta o "Como los hombres" de Barribero, entre otros, es caer en pecado mortal...
--Bueno, en pecado mortal ya estoy desde que Adán y Eva anduvieron a picos pardos detrás de la pomarada del Edén, y todo porque el Sumo Hacedor -- sabedor de lo que estaba haciendo y de lo que iba a resultar todo-- siguió adelante, como si tal cosa; eso sí, según la Biblia, dotándoles de inteligencia para que discernieran entre el bien y el mal. Y como eligieron el mal al comerla fruta del bien, que no sé porque un dios tan bueno la creó para después prohibirla como hizo el buen hombre, que además, para acabar de hacerles la jugada, les puso la exuberancia de tal manjar como tentación para ver por donde tiraban y como la carne es débil y ellos eran jóvenes, pues tiraron por el camino del medio y acabaron como acabaron, malditos de dios y, encima, condenándonos a todos por los siglos de los siglos de los siglos.
--Claro, y como Dios sabía lo que iba a resultar,y siguió adelante a pesar de todo, que desde entonces no es poco lo que vino detrás, pues si hay quien dude de su misericordia y de su obra, como hacer un mundo patas arriba, la Iglesia sale al camino, como su embajadora, y nos pone las peras a cuarto a todo bicho viviente. Y si, además, para purificar el ambiente de la vida y de los pueblos hay que tirar a la pira los libros pecaminosos, pues se tiran y san se acabó, que todo sea por el bien de la humanidad, entre los que, qué remedio, estamos nosotros, donde, por lo que vemos, vivimos en riesgo de pecar al leer libros que, hay que decirlo, me cautivan y emocionan más que los breviarios al uso y que las doctrinas de Escribá de Balaguer, que me ponían todos los días en la mesilla de la habitación del sanatorio cercano a Oviedo en que estuve ingresado, mientras me retiraban alguno de los que yo había llevado de Poesía para recrearme leyendo a Buesa o a Camín. Y menos mal que no llevé "Las ruinas de Palmira" del Conde Volney o "Un pecado Universal"de Bacunín , que si los llevo acabo donde no quiero ni imaginarlo.
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