Alguien, que me debe querer bien, me ha enviado una serie de imágenes, que nosotros vamos a mostrar, advirtiendo que, como corresponden a personajes de dominio público, mayormente del mundo de la información, se supone que no es ningún delito subirlos a este blog, que los admira mucho, muchísimo. Tanto que no saben cuánto les admiramos.
También hay clérigos, que aunque no sean del campo mediático, sí son causa de información y rezo.
Pues como se ve, los políticos del PP, humanos que son, también comen. No hay más que verlos.Lo lamentable es que tengan que comer de pie.Claro que, como andan tan ajetreados, - y trajeados--ya bastante hacen con aprovechar cualquier rato para tomarse un tentempié aprisa y corriendo, sin lavarse la manos, porque no las van a estar lavando cada vez que saludan a los muchos y muy furibundos seguidores que tienen. Ya las lavaran de noche, como Pilatos. Ahora, sobre la marcha, hay que degustar las excelencias
del restaurante amigo, que, además de darles de comer, les ha de votar cuando haya que hacerlo.
Carlos Dávila
¡ Qué extraño!. Resulta que este señor -adusto,como se-- aparece mirando hacia la izquierda cuando su preferencia es la derecha, a la que defiende, desde las filas del PP --o alineado con ellas y, alguna vez cuando le hemos leído, desde diversas columnas periodísticas. Antes que se me olvide, Dávila es navarro.Y periodista. Y, en fin, es una de las imágenes que me enviaron y que, no sé porqué, subimos aquí.Luis Herrero
También subimos a Luis Herrero, otro enviado por nuestro corresponsal
bloguero. Herrero es periodista popular (por partida doble), de quien, pudiendo saber
más de lo que sabemos, no nos interesa saberlo, entre entras razones porque
a buen seguro que ustedes saben más de él que nosotros. Lo que significa
que,efectivamente, es popular de verdad.
Ernesto Sáenz de Buruaga
Otro más de los que nos remitió un amigo, que no se yo si es o no amigo de fiar.Lo cierto es que se trata de Ernesto Sáenz de Buruaga, al que recordamos de otro tiempo cuando,aparte de vérsele el plumero de su sentimiento político, finalizaba --eso sí, con palabra fácil, suelta y resuelta--con una cantinela que nos ponía de uñas; no por ella en sí, sino porque contradecía lo que decía, o sea, porque cargaba de oprobio al referido latiguillo buruagués, que era así: "Así fueran las cosas y así se las hemos contado".
Todo mentira: ni contaba las cosas como habían sido ni como habían sido las contaba. No obstante esto, es otro personaje de la información al que admiramos tanto que, para no mancharle, preferimos no saber de él.
Alfonso Ussía
Sabemos de él que versifica historias, que falsifica según sean los motivos de su inspiración. Sabemos que en Oviedo el alcalde De Lorenzo le entregó una medalla--o insignia, da lo mismo-- de la ciudad, que dio mucho que hablar y no todo elogioso. Sabemos que, en caso de perderse, no lo debemos buscar entre nosotros, o sea, en nuestro mundo de pecadores de poca monta. Su mundo es otro.Igual que nuestra simpatía inversa por él, del cual, cuando es comentado, no es referido con ninguna clase de usía que valga. Ni siquiera porque su apellido lleve dos eses ¿Y qué más?
Que con este queda referida media docena de entre los muchos que mi amigo
bloguero me envío. O sea, para que se sepa, todos santos de nuestra devoción.
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