VESTIGIOS ROMANOS

No sé ustedes, pero yo, a poco que me pare, encuentro en los medios de información de papel, la de Dios es Cristo a la hora de prestarle atención.
Por ejemplo, leo en La Voz de Asturias que "hallan en Grandas el primer retrato romano de Asturias." O sea, que en nuestra región los romanos también estuvieron. No hay muchos vestigios, para unos, pero hay evidencias notables para otros de su presencia, hace dos mil años, por este territorio de los astures, donde los celtas, que nada dejaron como muestra fehaciente de su paso por aquí, salieron -o les sacaron- de la noche a la mañana como mágicos dioses, portando ritos, bailes, sones e indumentarias, si nos fiamos de ciertos grupos estruendales del momento.

Pero de donde de verdad salen irrefutables evidencias de la presencia en Asturias es de los romanos aquellos, los de las águilas imperiales y no de los celtas, a los que les cuelgan algún que otro trisquel extraído de los totémicos hórreos etruscos, que por serlo, no eran celtas, sino romanos; y de aquellos romanos, en el castro de Chao Samartín, situado en las tierras del occidente astur, se ha descubierto ahora por los investigadores, una figura que representa a un joven con una liebre..."

O sea, que, entonces como ahora, ave que vuela, a la cazuela, y liebre que corra, a la porra, es decir, tostar en el fuego para alimento humano luego. De todos modos, el joven que quedó grabado en una estancia y en una pintura mural, no debía ser cualquier cosa, pues a buen seguro que, si fuera cualquier cosa, no hubiera sido plasmado como lo fue para que ahora, tantos años más tarde, se hable de él, aunque no sepamos su nombre. En caso de que estuviese bautizado, que vaya usted a saber si lo estaba, pues entonces no era tan influyente la Iglesia de Roma.

De los celtas no sé, pero de los romanos donde más y donde menos, hay pruebas de su presencia en Asturias a cada paso. Los hórreos, los carros del país, los molinos de agua, los arados --por aquí llamados llabiegos, deformación seguramente de labriegos; calzadas en más de una parte, como en Caso y Tiraña, desaparecidas como patrimonio histórico: puentes y, como en Gijón, termas, murallas y otras evidencias de que los romanos, no sólo vinieron y vencieron, sino que también quedaron, o eso cabe pensar, por lo menos. Y sino, ¿ de qué la hoy descubierta Villa de Veranes, romana por toda seña y lugar, posiblemente, de recreo de algún patricio que, antes que quedarse ante el bullicio de la playa gijonesa, prefería el sosiego de la aldea.De ahí que, como indiscutible señor de medios, construyese en Veranes su zona de veraneo.

La historia, en la que ni entramos ni salimos, cuenta que los cántabros y los astures eran de
armas tomar y que los romanos no lograron --como los moros muchos años más tarde--domeñar ni a unos ni a otros. Corocota, guerrillero astur-cántabro, trajo en jaque los romanos, igual que Viriato, en Lusitania, e igual que Pelayo por los vericuetos de los montes de Cangas de Onís, que tampoco era manco para repeler a los árabes. Claro que, Pelayo, aparte de tener un traidor entre los cristianos, como fue el obispo don Oppas, tuvo de su parte y a su favor la influencia divina, que ahí sí que ya no hay más que pedir.Si interviene la Virgen, no hay cueca que se la resista.

De influencia romana dicen -o dijeron- que era - o fue-- el célebre grito irreverencial e intraducible que en otros tiempos hemos sentido: ¡"Ixuxú...! El cual ha dejado de sentirse o bien por su fallecimiento natural o bien- que es mal- por un nuevo grito,que es más folclórico e interesado que otra cosa y que es el "¡Puxa, Asturias", que para que sea más genuino debe decirse AsturiEs, que si no no vale.

Bueno, pues eso. Que, a pesar de haber pasado tantos años,se descubren retratos de romanos en olvidados poblados castreños. Y, yendo como van, cualquier día nos muestran que La Carisa , ahí, en el centro mismo de la región, resurgen las, al parecer, grandes batallas que hubo entre asturianos y romanos, que, por lo que se va descubriendo, eso ya fue el acabóse.




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