Hoy ha salido a público el fallo judicial que condena al pago de una sanción al (indudablemente) popular Federico Jiménez Losantos, director de un programa líder de la COPE, la emisora de la Conferencia Episcopal, o sea, la Iglesia intocable española, el cual, al parecer tiene que pagar 36.000 euros, que no es gran cosa, según unos, pues eso lo paga la Iglesia cómodamente y, según otros, la sanción ha sido injusta pues don Federico --como le llaman sus contertulios afines--no hizo otra cosa que hacer uso de la libertad de expresión que la democracia constitucional confiere.
Leímos lo siguiente de uno de sus defensores: -"Les gustará o no, pero Losantos no hizo sino hacer uso del derecho de expresarse libremente".
Vale, pero el derecho de expresión es uno y otro muy distinto es ensañarse verbal y diariamente sobre aquellas personas que haya caído bajo la ojeriza del protegido de la Iglesia, Losantos. Hablar y opinar libremente, de acuerdo; insultar, degradar, desacreditar e injuriar, como a menudo viene haciendo--aunque haya quien diga que no es así--no lo ampara ninguna ley. De ser otro el que hubiera dicho lo que manifiesta con habilidad oral Losantos y de no estar bajo el amparo del palio de la Iglesia, ya antes le hubiera "caído todo el peso de la Ley encima" y, posiblemente, con mayor cuantía económica a pagar.
Que el predicador de la COPE, como le llaman muchos, haya sido ahora motivo de comentario, no le debe extrañar. El buscó popularidad a base de "meterse" con la SER sin ningún derecho a ello; pero necesitaba adquirir audiencia a base de lo que fuera e hiciera. E hizo eso, que tal lo contó él en una entrevista que leímos en un semanario.
Buscaba audiencia y no le importaba a base de qué. Ahora, y desde luego, al amparo de la Conferencia Episcopal, ya es popular. Ya es admirado de muchos, aunque no sea de la mayoría. Pero si quería nombradía, ahí la tiene. Y si para ello tuvo que injuriar pues injurió, al fin y al cabo, la multa, la pague él o no, sale todo de la faltriquera de la Iglesia, que es profunda y grande y esa faltriquera la llena la contribución, voluntaria o a la fuerza, el pueblo español. O sea, que, después de escucharle e incomodarse con sus diatribas y palabras retorcidas, ahora nos enteramos que la multa que ha de pagar sale de todos nosotros, creyentes o no creyentes. Voy a hacer una confesión pública, ya que ha muchos años no confieso ante ningún sacerdote ni confesionario de la iglesia: He pecado. Si, he pecado escuchando, a propósito, la COPE para ver qué decía. Y, tras tres o cuatro días escuchando el predicador de la insidia, me ha salido algún vocablo retorcido. O sea, que he pecado ante el pecado que escuchaba a través de las ondas de la COPE.No obstante, desde hace ya mucho, me estoy purificando, pues la COPE no llena mi alma de la tendenciosa perorata de sus líderes: Losantos, la tertulia en la que -jo, tío- vaya grupo disertando y arreglando el mundo, incluso una locutora, creo que de nombre Isabel, que, si fuera en la edad media, dejaba a la católica reina en pañales.
Y hoy, en todos los medios, la noticia bomba: Federico Jiménez Losantos ha sido condenado a pagar 36 000 euros por injurias al alcalde de Madrid. Lo demás, ya lo saben ustedes. El fallo judicial es, para unos, injusto, ( los ultras del fuero losantinos; y, para otros, escaso, habida cuenta las muchas injurias que no sólo a Gallardón lanzó desde la COPE el referido Losantos, sino contra quien no fuese del agrado del predicador de la emisora de los obispos. Los cuales, muchos de ellos, ya no ven como santo de su devoción a don Federico, aunque si lo sea para Rouco Varela, gallego y para Martínez Camino, asturiano y otros más o menos como ellos. De todos modos, algo puede cambiar en la emisora en adelante.
Leímos lo siguiente de uno de sus defensores: -"Les gustará o no, pero Losantos no hizo sino hacer uso del derecho de expresarse libremente".
Vale, pero el derecho de expresión es uno y otro muy distinto es ensañarse verbal y diariamente sobre aquellas personas que haya caído bajo la ojeriza del protegido de la Iglesia, Losantos. Hablar y opinar libremente, de acuerdo; insultar, degradar, desacreditar e injuriar, como a menudo viene haciendo--aunque haya quien diga que no es así--no lo ampara ninguna ley. De ser otro el que hubiera dicho lo que manifiesta con habilidad oral Losantos y de no estar bajo el amparo del palio de la Iglesia, ya antes le hubiera "caído todo el peso de la Ley encima" y, posiblemente, con mayor cuantía económica a pagar.
Que el predicador de la COPE, como le llaman muchos, haya sido ahora motivo de comentario, no le debe extrañar. El buscó popularidad a base de "meterse" con la SER sin ningún derecho a ello; pero necesitaba adquirir audiencia a base de lo que fuera e hiciera. E hizo eso, que tal lo contó él en una entrevista que leímos en un semanario.
Buscaba audiencia y no le importaba a base de qué. Ahora, y desde luego, al amparo de la Conferencia Episcopal, ya es popular. Ya es admirado de muchos, aunque no sea de la mayoría. Pero si quería nombradía, ahí la tiene. Y si para ello tuvo que injuriar pues injurió, al fin y al cabo, la multa, la pague él o no, sale todo de la faltriquera de la Iglesia, que es profunda y grande y esa faltriquera la llena la contribución, voluntaria o a la fuerza, el pueblo español. O sea, que, después de escucharle e incomodarse con sus diatribas y palabras retorcidas, ahora nos enteramos que la multa que ha de pagar sale de todos nosotros, creyentes o no creyentes. Voy a hacer una confesión pública, ya que ha muchos años no confieso ante ningún sacerdote ni confesionario de la iglesia: He pecado. Si, he pecado escuchando, a propósito, la COPE para ver qué decía. Y, tras tres o cuatro días escuchando el predicador de la insidia, me ha salido algún vocablo retorcido. O sea, que he pecado ante el pecado que escuchaba a través de las ondas de la COPE.No obstante, desde hace ya mucho, me estoy purificando, pues la COPE no llena mi alma de la tendenciosa perorata de sus líderes: Losantos, la tertulia en la que -jo, tío- vaya grupo disertando y arreglando el mundo, incluso una locutora, creo que de nombre Isabel, que, si fuera en la edad media, dejaba a la católica reina en pañales.
Y hoy, en todos los medios, la noticia bomba: Federico Jiménez Losantos ha sido condenado a pagar 36 000 euros por injurias al alcalde de Madrid. Lo demás, ya lo saben ustedes. El fallo judicial es, para unos, injusto, ( los ultras del fuero losantinos; y, para otros, escaso, habida cuenta las muchas injurias que no sólo a Gallardón lanzó desde la COPE el referido Losantos, sino contra quien no fuese del agrado del predicador de la emisora de los obispos. Los cuales, muchos de ellos, ya no ven como santo de su devoción a don Federico, aunque si lo sea para Rouco Varela, gallego y para Martínez Camino, asturiano y otros más o menos como ellos. De todos modos, algo puede cambiar en la emisora en adelante.
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