ME ALEGRO, DE VERDAD

He visto el partido jugado por las selecciones de Rusia y de España, y debo decir que España ha ganado por tres a cero (3-0), de lo que me alegro, que no en vano uno es un españolito más en eso de admirar la furia española. Aunque deplore el subterráneo comercio futbolero que existe.

Sin embargo, en este partido, hubo dos razones que han diferido mucho de lo que, hasta el momento, había visto antes: España jugó más al ataque, al acoso, yéndose hacia adelante y sin tanto recurrir a retener el balón, jugando hacia atrás o en horizontal. Esta vez nos ha sorprendido --y alegrado-- con su juego más incisivo y ambicioso. Por eso ganó. Y Rusia, que sigo diciendo que es un equipo de nobleza en el juego, no fue la misma que hemos visto contra Holanda. No, no fue la misma; no jugó igual, que de haberlo hecho, otro hubiera sido el resultado contra España. O eso creemos.

Y ahora, contra Alemania. A ver qué ocurre.
Pero, ocurra lo que ocurra, desde luego, sigo sin salir de mi asombro, pasmo, susto, estupor y demás acepciones que haya al respecto, escuchando a determinados voceros de televisión y radio, cuando, llevados por la euforia de su furibunda afición manifiestan, como Camacho, "que el mundo entero está asombrado del juego de los españoles", ¿qué digo? Y fuera del mundo, porque al parecer hasta los astronautas, que están fuera de la órbita terrestre, seguían con emoción el modo de jugar de los españoles".Y, naturalmente, en España no quedó nadie, ni una rata que no estuviese en vilo, pendiente del discurrir maravilloso de los jugadores en el campo de fútbol.
No sé el nombre, y si lo supiera no lo diría, del locutor que en La Cuatro nos fue describiendo lo que ocurría, eso sí, con hiperbólicas palabras, exultantes de gloria y victoria, el cual hablaba de los Príncipes de Asturias, que presenciaban el partido, como "unos más", eso cuando no los refería encomiásticamente , que "ahí estaban, ilusionados, como hacían en todos los pueblos de España, desde el primero al último español"...
¡Quéeee?.No señor, no. En la atención al partido de fútbol, a lo mejor, el último español es el primero en admirar al equipo que representa a España. De todos modos, la observación del primer español al último no me parece acercada, sobre todo porque marca una diferencia que, aunque exista, no debiera decirse. Bastante diferencia hay. Y, además, por herencia.

Otra vez que recurrimos a Calderón de la Barca:
Y si ellos nacieron,
¿qué privilegio tuvieron
que yo no gocé jamás...?

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