Lo dice un refrán que hemos sentido en Asturias, refiriéndose la climatología : "Del tiempo y les muyeres, lo que vieres", esto es, que uno y otro es impredecible.Y así, los inviernos deben de ser fríos de hielo, nieve, agua y viento y, la Primavera- con mayúscula- debe ser florida --debiera serlo y no como esta ya a punto de acabar, que fue -es todavía- un constante llover y más llover, soplar viento e imperar borrina, con lo cual esta prima Vera está resultando de mucho cuidado.
¿Y qué se puede hacer? Nada, absolutamente nada. Aquí, contra la climatología adversa o favorable no valen protestas. Estas cosas son así por que son y no hay vuelta de hoja que valga.Dios, según dicen los que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino, "escribe derecho con renglones torcidos". Eso. Además, ¿quién somos nosotros para enjuiciar a Dios? Eso es. Lo que hace falta es fe y nosotros no creemos, y menos y sobre todo en los que se llaman representantes --¿qué?-- de Dios en la Tierra, así que debo abstenerme de referir a Dios. Eso también. Que Dios, si existe, él sabrá el por qué de tantos cataclismos, inundaciones, riadas, fuegos devastadores, hundimientos, hecatombes y mil y una calamidades más, donde, a pesar de tanto, no acaba de intervenir y remediar tanta tragedia y tanta desolación, una por la ambición de la especie humana y otra por la fuerza de la naturaleza, que no acaba de recibir norma alguna para regirse sin alteraciones y siempre en provecho de los hijos de Dios, d e sus hijos, hechos a su imagen y semejanza ...O sea, que nada, lo de cuestionar a Dios, ni se me ocurra.
Y ya ven que de lo que quería hablar era de la primavera, que esta año, por lo menos en lo que conozco de Asturias, nos ha hecho la puñeta, pues, primero la flora y, después el escaso fruto que iba naciendo, puede decirse que no va a haber ni un puñado de nada. Ni cerezas, ni manzanas, ni peras, ni ciruelas....Si algo puede haber, dentro de dos meses, tal vez sean avellanas, que de la otra fruta regional, nada de nada.
Así que, como estas cosas tienen un culpable, vamos nombrarle, igual que lo hacen otros: Zapatero, el presidente del Gobierno, el que, para muchos, muchísimos del PP, es el culpable de tener el tiempo que tenemos, del precio de los combustibles,que imponen en los emiratos árabes; del desaguisado que padecen los líderes del PP; del desbordamiento de los ríos; de la guerra de Irak y, entre otro, el que Losantos haya sido multado con 36.000 euros a pagar a Gallardón, al que no insultó, porque Losantos no insulta nunca; hace uso de la libertad de expresión, que, por cierto, defiende la Iglesia, sobre todo porque lo que dice el predicador de la COPE lo dice contra otros, que si lo dijese contra ella, contra la Conferencia Episcopal, trocaban la primavera en invierno en manos que canta un gallo. Y se armaba la de Dios es Cristo, que para eso y para mucho más, tiene justificaciones la Iglesia, que ahora defiende a don Federico.
La Constitución, que no sabe --supongo-- de estaciones climatéricas, creemos que amparará la libertad de expresión, sin insultar, a todo español, como aquí y ahora, aunque estas expresiones se dirijan a la Santa Madre Iglesia Católica y demás, de la que, para hablar como hablamos, más demuestra predicar que dar trigo. Eso sí quedándose ella el mejor cereal de todos. Lo cual cabe que se opine, libremente, sobre su, muchas veces, doble y larga vara de medir. ¿O no?
¿Y qué se puede hacer? Nada, absolutamente nada. Aquí, contra la climatología adversa o favorable no valen protestas. Estas cosas son así por que son y no hay vuelta de hoja que valga.Dios, según dicen los que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino, "escribe derecho con renglones torcidos". Eso. Además, ¿quién somos nosotros para enjuiciar a Dios? Eso es. Lo que hace falta es fe y nosotros no creemos, y menos y sobre todo en los que se llaman representantes --¿qué?-- de Dios en la Tierra, así que debo abstenerme de referir a Dios. Eso también. Que Dios, si existe, él sabrá el por qué de tantos cataclismos, inundaciones, riadas, fuegos devastadores, hundimientos, hecatombes y mil y una calamidades más, donde, a pesar de tanto, no acaba de intervenir y remediar tanta tragedia y tanta desolación, una por la ambición de la especie humana y otra por la fuerza de la naturaleza, que no acaba de recibir norma alguna para regirse sin alteraciones y siempre en provecho de los hijos de Dios, d e sus hijos, hechos a su imagen y semejanza ...O sea, que nada, lo de cuestionar a Dios, ni se me ocurra.
Y ya ven que de lo que quería hablar era de la primavera, que esta año, por lo menos en lo que conozco de Asturias, nos ha hecho la puñeta, pues, primero la flora y, después el escaso fruto que iba naciendo, puede decirse que no va a haber ni un puñado de nada. Ni cerezas, ni manzanas, ni peras, ni ciruelas....Si algo puede haber, dentro de dos meses, tal vez sean avellanas, que de la otra fruta regional, nada de nada.
Así que, como estas cosas tienen un culpable, vamos nombrarle, igual que lo hacen otros: Zapatero, el presidente del Gobierno, el que, para muchos, muchísimos del PP, es el culpable de tener el tiempo que tenemos, del precio de los combustibles,que imponen en los emiratos árabes; del desaguisado que padecen los líderes del PP; del desbordamiento de los ríos; de la guerra de Irak y, entre otro, el que Losantos haya sido multado con 36.000 euros a pagar a Gallardón, al que no insultó, porque Losantos no insulta nunca; hace uso de la libertad de expresión, que, por cierto, defiende la Iglesia, sobre todo porque lo que dice el predicador de la COPE lo dice contra otros, que si lo dijese contra ella, contra la Conferencia Episcopal, trocaban la primavera en invierno en manos que canta un gallo. Y se armaba la de Dios es Cristo, que para eso y para mucho más, tiene justificaciones la Iglesia, que ahora defiende a don Federico.
La Constitución, que no sabe --supongo-- de estaciones climatéricas, creemos que amparará la libertad de expresión, sin insultar, a todo español, como aquí y ahora, aunque estas expresiones se dirijan a la Santa Madre Iglesia Católica y demás, de la que, para hablar como hablamos, más demuestra predicar que dar trigo. Eso sí quedándose ella el mejor cereal de todos. Lo cual cabe que se opine, libremente, sobre su, muchas veces, doble y larga vara de medir. ¿O no?
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