las noches en que todo fulgía de placer;/
donde la sangre ardía, frenética y futura/
y éramos nosotros más fuertes que el poder/
Vivimos como dioses, sin más legislatura/
que nuestro ávido instinto carnal de amanecer;/
ahogados día y noche en nuestras singladura/
de eterna complacencia de ser y de no ser.../
Y, sin embargo, un día-- un día-- quedamente,/
como una infausta siembra, se oscureció la luz,/
y aquel amor sagrado, que fue nuestro presente,/
se convirtió en pasado de nuestra propia cruz.../
Y si al pasar los años --y aquel amor ausente--/
ya sólo la nostalgia nos cubre de virtud...,/
en vano es que se eleve, si al fin y al cabo miente/
el tiempo y el recuerdo, al pie del ataúd.../
Albino SUAREZ
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