45 MILLONES DE ÁRBOLES

La idea puede ser buena.Y conveniente. Y, a largo plazo, rentable. Según las noticias, el Gobierno que preside Rodríguez Zapatero, pretende poner en marcha un plan consistente en la plantación de 45 millones de árboles, con lo cual daría trabajo a muchos de los parados de la construcción y de otras profesiones derivadas del ladrillo.

Si esa idea se pone en marcha,la fisonomía de España iba a cambiar mucho.De una imagen grisácea pasaría a un verde futuro o a un verde esperanza a poco que se refrenara , por otra parte, al ansia incendiaria de los pirómanos, poniéndoles en cuarentena o los pies en raya.

Sobre este asunto, pero limitándonos a Asturias, nuestra tierra, desde donde escribimos, sentimos y vivimos, trabajamos y, a pesar de los años, todavía esperamos verla mejorada, acerca de la necesidad de que los políticos o regidores del Principado tomasen la reforestación de nuestros montes y valles más en serio de lo que hasta la fecha venían tomando esa posibilidad de mejorar la producción maderera y, al mismo tiempo, dotar de medio alimenticio a la diversa fauna montaraz. Para ello bastaba que, en vez de eucaliptos o pinos, se plantasen castaños --o mejorasen los existentes que, por tanto abandono, se han asilvestrado.

Hoy mismo leemos las manifestaciones de Cristino Ruano, quien dice que "el desarrollo del sector forestal ocupa un lugar privilegiado en la lista de prioridades del Gobierno asturiano". Si es así, que diga dónde son esas prioridades, porque lo que es en las cuencas mineras, lugar de mucho paro, lo que dicen chancro --y antes se decía filexera-- cada día está dejando en nada los castañedos. Hace más de cien años ya se hablaba de la enfermedad que sufrían estos troncos de rápido crecimiento y sabroso fruto, ya existentes de antes de Cristo.

La madera crece relativamente rápida; los frutos permiten la alimentación de la fauna en pleno invierno; el mobiliario conseguido del castaño, es de larga duración y de belleza apreciable. Incluso, para cierres, tanto en medios rurales como en zonas urbanas y jardines, (que ahora tanto se ve cercado por madera de pino, traída de otros países, pagada cara y de reducidísima duración) no acaba tan pronto, tiene más estética y mejor precio, porque no se pagaría tan cara como la que, no sabemos porqué, se adquiere fuera del propio país.

Sobre estos asuntos, con más o menos frecuencia, ya ha más de 50 años que venimos exponiendo nuestros criterios. De todos modos, el mal no es de total culpabilidad de nuestro organismos . También existe por parte del paisano o propietarios de los bosques, cierta culpabilidad. La dejadez y el abandono es manifiesto. Y así--es un detalle solamente--cuando en los meses de invierno se ven algunos vendedores de castañas asadas en nuestras poblaciones, cada pieza, que no siempre resulta sana, sale entre las 15 o 20 pesetas. Una castaña, 15 pesetas. Y, encima, ¿saben de donde son? Porque hay que decir que no son de la región; son de Lugo, de Ponferrada, del Bierzo, Extremadura e, incluso, de Portugal. Y hasta me han dicho que se venden por aquí de Polonia.
Y aquí, armando la de Dios es Cristo porque no hay trabajo.
O sea que el asunto, tiene mucha madera que cortar. Ya se cortará algo más.

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