ASOMBRO PERMANENTE


A pesar de todo, no acabamos de acostumbrarnos a escuchar necedades. Y nuestro asombro es --lamentablemente-- permanente. Lamentablemente porque, ante el pasado histórico más reciente, no cesan de manifestarse los que, como Pío Moa, quieren dar vuelta a la tortilla de la realidad, confundiendo lo ocurrido, amañando lo habido y tergiversando lo que no tiene más que un camino: la verdad.

Contra esa verdad se viene echando toda clase de polvos contaminantes. Los últimos lo arrojó el ya anacrónico Manuel Fraga Iribarne, fundado del PP, antes AP, ídolo de la derecha más torcida que en España existe, ministro eufórico de Franco, embajador de España en Inglaterra, quien dijo que "España tenía una democracia a la altura de la inglesa." Pues el presidente mayor del PP viene ahora manifestando, como el pontífice mayor del reino, que en los dos bandos se cometieron barrabasadas y las mayores "como es obvio" fueron en el bando republicano.

Fraga ha perdido la memoria. La suya y la histórica.
Lo primero, llamar barrabasada a la tragedia del exilio, a las condenas a muerte tras el final de la guerra, a la persecución y el ensañamiento de la España victoriosa sobre la España abatida, no deja de ser una falta de respeto al drama que originaron los vencedores, a la tragedia sufrida y enconadamente mantenida por los que Fraga representó y todavía representa. Por eso decir lo que ha dicho, resulta un delito.

Pero aparte de eso, Manuel Fraga debe tener en cuenta que, las penitencias imperantes en España llegaron en forma de persecuciones y ejecuciones, tanto en plena guerra como después de ella, donde, como es sabido, los vencedores no pusieron límite a su desenfreno de acabar con todo cristo que juzgasen --sin juzgar--del bando vencido. Por tanto, "las barrabasadas" las cometió quien las cometió y quien pudo cometerlas. Y si no hubo más ello se ha debido a que fueron muchos miles de españoles los que lograron evadirse del odio que los perseguía y acosaba en su patria, buscando el pan y la vida fuera de nuestras fronteras.

Efectivamente, el asombro que padecemos es permanente. Asombro y pasmo, estupor y susto.
Aquí mismo, donde residimos y donde quien más y quien menos sabe todo lo ocurrido tras el final de la Guerra Civil, vienen de nuevo cuatro embozados sembrando dudas y negando hechos sobre el fatídico Pozu Funeres, y a quien les da respuesta, le salen por la tangente, todo con el objeto de tergiversar la verdad y, tergiversándola, limpiar de ignominia a los autores de tan execrable crimen, pero, a la vez, procurando que lo que es verdad, resulte mentira y la mentira sea baldón a cargar sobre los familiares que cada año acuden a rendir homenaje a las víctima del pozo que se encuentra en Peña Mayor, frente a Laviana. Estos embozados en el anonimato de Internet, evidentemente, mientras oculten sus identidades, dejan evidencia de su condición, tras la cual siembran la discordia que les va de pieza y suela, y que es para lo que sirven como si fueran honestos ciudadanos.

Y puesto que hay otro motivo más para el asombro y es la decisión del juez Garzón de investigar
los muertos habidos, no en la lucha de la guerra, sino los habidos asesinados en tiempos bélicos y en tiempos llamados de paz, no puedo eludir nuevo asombro, no ante su decisión, sino ante la reacción que originó en determinados medios de información, como "El Mundo", La Razón" o individuos como Pedro J. Ramírez; Rajoy, Mayor Oreja , el referido Fraga y otros muchos, todos los cuales siguen en sus trece de no condenar el levantamiento golpista militar contra la República en 1936 -- o bien argumentan que ello es reabrir heridas que ya estaban cerradas.

La misma historia de siempre. Abrir heridas que estaban cerradas... en falso, claro, o cerradas a la fuerza para que, manteniendo un silencio forzado, no hubiera más penitencias a contar.No, la historia negra de la España victoriosa e imperial, no estaba superada. Aparentaba que lo estaba. Pero en cuanto la actual -y no completa- Constitución permitió la búsqueda de los miles de cadáveres desaparecidos, surgieron los problemas. Las proclamas de que era volver al pasado, remover el odio, abrir heridas...Y todo eso, mientras unos eran honrados, otros eran silenciados. Que es lo que parece defienden significados miembros de la derecha actual española.

¿Y quieren que no nos asombremos?
¿Que nuestro estupor no crezca ante la actitud de esa parte de España que se dice mejor que la otra y que niega a los demás el derecho que ella misma disfruta ? ¿Quieren que entienda y comprenda la actitud de la Iglesia, que tanto deja qué desear y que, ahora, ante la decisión de Garzón, dice que lo suyo no está en ese terreno? O sea, que no está dispuesta a colaborar para esclarecer tantas tumbas anónimas, comunes y olvidadas...

¡Ay, que demonios,! Si Dios existiera, cuánto tendría que arreglar, incluso, entre sus ministros y representantes en la Tierra! Cuántas aseveraciones tendría que hacer a los que aquí tanto dicen creer en él. Pero sobre todo por qué "por la gracia de Dios" hubo lo que hubo en España durante y después de la Guerra Civil, para que ahora, encima, vengan resentidos y digan que no fue así, sino de la otra manera...



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