LA MUSA DE LOS JIMENEZ

Lo he leído en alguna parte. Rosa Diez, renegada del PSOE y fundadora de su propio partido político, es la musa --ahí es nada-- de Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos. O sea, dos Jiménez de la mejor ley, por lo que se dice de ambos, cada uno de los cuales coincidente con el otro en buscar cinco pies al gato de la actualidad política y, sobremanera, para pisarle el rabo al Gobierno de Zapatero y a todo lo que les huela a socialismo español.

Jiménez Ramírez --¿ de qué me suenan estos
apellidos?-- y Jiménez Losantos, uno rigiendo un Mundo de papel y, otro--como es normal por su segundo apellido-- heraldo de una emisora de la intocable Iglesia católica de España, son los paladines defensores de Rosa Diez. No pudo tener, pues, Rosa Diez mejores valedores. Que los disfrute, que le aprovechen-- como dice una copla mexicana.

Aparte la causa de que uno de estos personajes prefiera la inicial de su apellido a su nombre completo, cosa que no nos va ni nos viene, algún motivo ha de haber para que, junto al otro Jiménez (que no sé yo si es de los santos o de los demonios) hayan decidido apoyar a la Diez, que, dígase lo que se diga, viene rebotada de otra parte, entre escaldada y resentida, lo cual, a nuestro ver, no siempre suele puede acabar bien.

Resentido y rebotado nos dicen que también llegó
de otra parte al frente de la emisora episcopal Federico Jiménez. Rebotado y renegado llegó otro personaje a ser autor de cabecera de una derecha inflexible e intransigentemente furibunda, cuando su procedencia le señalan como ex de una banda terrorista y cuyas versiones de la historia tergiversan la realidad, que es lo que les gustaría que fuera cierto a quienes aplauden a Pío Moa.
El hecho es que, por lo que parece y las evidencias corroboran
, Rosa Diez, creadora del partido "Unión, Progreso y Democracia", es la bien cantada de la COPE y, especialmente, del portavoz mayor don Federico, así como lo es del Mundo y destacadamente de su director Pedro J. la bien glosada y aplaudida.

Y mira tú por dónde, sin saber a qué fin ni a qué santo, me viene a mientes la fábula famosa que finaliza con una sentencia irrefutable: "si el sabio no aplaude, malo; si el necio aplaude, peor". Desde luego, he conocido musas mejores en obras y, consecuentemente, mejores y más honestos heraldos cantores de simbologías y de obras de arte, que son, al fin y al cabo, las verdades.



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